Extra nro. 1

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Enrique se levantó temprano como todos los días desde que había salido de su retiro. Se le hacía extraño volver a trabajar después de tanto tiempo, pero también se le hacía difícil. A pesar de los años que habían transcurrido desde que cerraron las investigaciones de los laboratorios, toda La Asamblea giraba en torno a la única idea de que un evento así no podía repetirse. Para Enrique retomar su antiguo trabajo significa revivir cada día los sucesos tan dolorosos que apartaron a su hijo Anthón de su lado, pero el dolor no era el único sentimiento que revivía en él.

—Buenos días Alfredo —saludó Enrique al energético que se encontraba en la entrada de La Asamblea—. Fantástico día ¿no?

—Buenos días para ti también Enrique —respondió con una sonrisa—. Mañana será mucho mejor, tendremos visitas—agregó en un guiño.

Enrique ingresó al impresionante Hall del edificio, así como todos los energéticos que comenzaban sus actividades diarias. Las paredes eran blancas y si se veían de cerca se apreciarían las miles de diminutas piedras de energía que se encontraban incrustadas en su construcción y que hoy en día solo servían para hacer brillar las paredes cuando les daba el sol. Los pisos superiores estaban destinados para Política en el cuarto piso, Defensa en el tercero y Legisladora y Judicial en el segundo piso. Eso dejaba los pisos subterráneos para Seguridad, Investigación Energética y Salud. Esas tres secciones mantenían tantas actividades que las ligaban entre sí, que si no fuese porque quedaban en pisos distintos cualquiera pudiera pensar que forman una sola sección, incluso tenían su entrada independiente y exclusiva para ellos.

Enrique se dirigió con paso rápido a las oficinas de Educación que se encontraban en el primer piso, era la sección que menos oficinas tenía así que compartían el piso con el Hall, el cafetín y la entrada de la bóveda de piedras.

—Maca, buenos días. Esta tarta te la manda Elia —dijo Enrique entregando con disimulo los documentos que le había encomendado Elia—. Gracias a ti Maca— agregó con sinceridad

—No te preocupes Enrique—respondió en voz baja—. Como bien sabes somos muy pocos para la cantidad de trabajo, pero haré todo lo que esté en mis manos para apurar todo el proceso. Ahora, no quiero contar los pollos antes de nacer, pero estoy bastante segura de que serán aprobados. Ven mañana a buscar el recibido— dijo guiñándole un ojo con complicidad.

Enrique sonrió todo lo amplio que pudo. Era una noticia maravillosa que pensaba reservarse hasta que llegase el momento, como Maca le había recomendado, no quería adelantarse a los hechos.

Salió con su típico caminar saltarín, de las oficinas de Maca, con sus manos entrelazadas detrás de la espalda y silbando una melodía que llevaba días grabada en su cabeza desde que los chicos habían estado cantándola. No era común ver algún trabajador fuera de su sección, y cada sección era recelosa cuando algún forajido estaban entre ellos. Aunque no existía un código de vestimenta que lo identificase de su sección, los carnets de identificación que todos debían llevar eran de distintos colores. Los únicos que estaban presente en todas las secciones eran los carnets blancos que pertenecían a Seguridad, pero a Enrique lo conocían en todas las oficinas, no por ser él que siempre acudía a ayudarlos con sus problemas técnicos, sino por su carisma.

Aún no dejaba de silbar la tonta melodía cuando se sentó frente a su computadora y retomó el trabajo del día anterior. Abrió una segunda ventana que cuidó de mantener oculta de la vista de cualquier curioso y comenzó a teclear en ella una serie de códigos de acceso. Una pequeña ventana se abría y cerraba de forma automática, siempre mostrando el mismo mensaje «acceso denegado», igual que el día anterior. Pero no importaba, Enrique era un hombre paciente y sobre todo muy inteligente, el programa que había creado ya lo habían hecho ingresar en Educación y Política, incluso en las carpetas de sus superiores en Legisladora y Judicial. Defensa, Salud e Investigación no serían la excepción, solo debía ser paciente hasta que pudiese hackear sus archivos.

Gemas de Poder: Sobrevivir Con PoderesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora