Capítulo 5. Verdades (Tercera Parte)

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—No supimos qué te había hecho mi hermano y él insistía que era mejor no saberlo, pero tu mejoría era diaria, a la semana ya estabas radiante y recuperando todo el peso perdido. Yo estuve atenta a cualquier efecto secundario, pero no podía notar ninguno a leguas. Pero al mes...

Thaly bajó la cara y se la cubrió con la mano, entonces Enriqueretomó el cuento mientras Elia consolaba a su hija.

—Al mes La Asamblea descubrió que las secciones Investigación y Sanitaria estaban realizando experimentos ilegales, no especificaron qué clase de experimentos, solo indicaron que las especies que consiguieron fueron sacrificadas por humanidad, todo lo demás fue destruido y los culpables que intentaron escapar habían sido perseguidos y encarcelados. Exigieron que todo aquel que tuviese algún tipo de información la entregara. Nosotros estábamos asustados y no sabíamos que hacer —explicóEnrique con la respiración agitada—.

—Tu tío Ánthon fue uno de los científicos que logró darse a la fuga —intervino Thaly—, un día me llamó, la llamada fue corta y creo que estaban siguiéndolo, sólo me dijo: «no entregues a Samantha». Esa fue la última vez que lo escuché, luego La Asamblea informó que habían encontrado su cuerpo, se había suicidado... pero la muerte de mi hermano es un tema arduo de superar. No es porque fuera joven, aunque también eso nos pesa, sino porque nunca sentimos que nos dieran una respuesta sensata de lo que pasó. Él había cambiado y se alejó de la familia pero aún así no lo creí capaz de suicidarse. Si tal vez supiéramos con certeza lo que pasó esa noche o si tuviéramos un cuerpo que sepultar, quizás solo así podríamos vivir un duelo normal y empezar a curarnos. Mientras no tengamos respuestas, las dudas nos seguirán atormentando.

Ante la cara de terror que se filtraba en Samantha, Thaly la intentó tranquilizar tomando sus manos con fuerza. Elia lloraba en silencio, el recuerdo de la pérdida de uno de sus hijos resultaba tan doloroso como lo había sido el primer día. Enrique también se secó sus lágrimas sin ningún tipo de disimulo.

—Yo no sabía que el tío Ánthon... es decir... ustedes me dijeron... bueno, nunca me dijeron cómo... —balbuceaba Samantha apenada—, siento que debería haber estado mas agradecida todo este tiempo con él.

Thaly negó con la cabeza para restarle importancia, al fin y al cabo, si Samantha no sabía las verdaderas circunstancias de la muerte de Anthón era por culpa de ellos. Después de unos segundos continuó.

—Jamás te hubiésemos entregado, ni muertos. Pero la súplica de Ánthon nos hizo pensar que quizás, solo quizás, tú fuiste parte de esos experimentos que La Asamblea catalogó como grotescos. Pero nunca lo sabríamos a ciencia cierta, así que decidimos callarnos. A todos nos investigaron, exceptuando a Dilas, y no consiguieron nada, Ánthon se había apartado de la familia hacía mucho tiempo y salvo algunas llamadas no sabíamos mucho sobre él. Era algo que todos sabían, como si él hubiese planeado una coartada.

Thaly acariciaba las manos de sus padres ahora unidas sobre la mesa. Recordar aquella historia era doloroso desde cualquier ángulo.

—Pero... —titubeó Samantha—. ¿Y los efectos secundarios? —Dejó la pregunta en el aire pues no estaba clara de cómo formularla.

—Bueno —tomó la palabra Elia un tanto divertida—, de eso nos dimos cuenta un día, mucho después de todo, estabas ayudándome a limpiar la casa y el polvo te hizo estornudar, con cada estornudo destrozabas la vajilla —Enrique y Elia rieron contagiando a Samantha, Thaly en cambio permanecía inmutable—. No vimos efectos secundarios como la Asamblea describía en los boletines informativos, pero los niveles de tu energía eran muy altos para tu edad, de hecho, de cualquiera para edad adolescente.

Gemas de Poder: Sobrevivir Con PoderesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora