PRÓLOGO

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—¿Cuánto falta Mellanie?— me pregunta Liza desde abajo, siempre había tenido más agilidad para escalar que ella; pero trataba de seguirme el paso.

—Ya falta poco— miro hacia arriba—, apresúrate. — le grito para luego seguir escalando.

—No entiendo cómo me convenciste de hace esto— dice para luego darle un trago a su botella con agua. Siempre había venido yo sola, me hacía sentir demasiado aventurera y arriesgada; pero hoy había logrado convencerla de venir conmigo, con la excusa de que le hacía falta un poco de peligro en su vida.

—Soy tu mejor amiga, además soy muy tierna, no podrías resistirte a mi tierno rostro. — le digo volteando a verla hacia abajo.

Ella solo rueda los ojos. Y se vuelve a quejar de que el sol estaba demasiado fuerte.

La ignoro por completo y coloco otra mano en una roca más arriba para sostenerme, pero esta no estaba tan segura, así que se desprende y, como no estaba agarrada de otra roca, caigo. Esperaba que la cuerda de resistencia me ayudara, a no caer por completo, pero para mí mala suerte ésta se desprende de donde estaba agarrada por un gancho y no detiene mi caída.

Rodé cuesta debajo de la montaña, por la adrenalina del momento no logro sentir dolor, sólo logro ver a mi mejor amiga salir del arnés para correr hacia mi totalmente alarmada.

-¡Mellanie!- gritó al verme.

Yo no podía mover mi cuerpo, la cabeza empezó a punzarme y a dolerme a tal punto que preferiría morir.

Mi vista empieza a nublarse, pero pude escuchar como Liza hablaba desesperada, supongo que había llamado a emergencias.

—Estarás bien. — me dijo sobándome la cabeza, no podía responder, solo miraba como las lágrimas caían de sus ojos.

No sé cuánto tiempo pasó, y poco a poco fui escuchando menos, lo único que logré ver fueron sombras de personas que corrían hacia nosotras.

Me subieron a una camilla y me llevaron cuesta debajo de la montaña con cuidado. Cuando llegamos a lo que parecía ser el interior de una ambulancia, empezaron a ver mis signos vitales, pero yo en lo único que podía pensar era en si saldría viva de esta. No podía hablar y sentía como poco a poco iba perdiendo la conciencia.

Sentía que la cabeza me estallaba, y las piernas no me respondían.

—¿Señorita? ¿Puede hablar?— me pregunta un paramédico.

Todo se empieza a ver borroso, y luego... oscuridad total...


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La Vida que Soñé I || COMPLETA ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora