CAPÍTULO 21

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No desperté llena de besos como sucede en los libros y películas. Desperté cuando sentí que me faltaba la respiración.

—Aguantaste más de lo que creí. — dijo Jules riendo.

—Creí que me despertarías a besos. — dije confundida por su manera tan peculiar y poco romántica para despertarme.

— ¿Y probar tu asqueroso aliento? No gracias— respondió mirando sus uñas, haciéndose el delicado.

—Y de tu aliento ni hablar— me defendí sentándome en la cama.

—Mi aliento por las mañanas es lo que toda mujer desea— chasquea sus dedos y lo miro mal.

—Eres un tonto— digo sin quitar mi mirada.

—Te encanta éste tonto— dice acercándose a besarme, volteé mi cara y sus suaves labios quedaron en mi mejilla.

—Vamos... estaba bromeando, no tienes mal aliento— agarra mi rostro entre sus manos y sedo un poco al sentir sus labios moverse contra los míos.

Sigo el beso eufóricamente, subiéndome encima de él. Había olvidado que aun estábamos completamente desnudos, pues sentí su "amigote" contra mi entrada, lo cual hizo que todo dentro de mí lo deseara un poco más de lo de la noche pasada.

—Al parecer perderemos otro día de clases— dijo acomodándonos para que mis caderas quedaran justo donde queríamos.

—Ahora si mi madre pensará que eres una mala influencia— digo entre besos.

—Yo me encargaré de hacerla cambiar de opinión, no se resiste a mis encantos. — volvió a besarme, y con las rodillas a los lados de sus caderas, me penetró.

Soltando un gemido fui yo quien comenzó a moverse sobre él, lentamente haciéndolo sufrir de manera placentera.

—Mel...— jadeó tomando mis caderas para que me moviera al ritmo que él deseaba.

Después de todo, lo disfrutábamos los dos.

***

—Estoy segura de que mi madre me matará— le digo saliendo del auto.

—Yo hablaré con ella, me ama. — dice Jules siguiéndome.

—Te castrará. — meto la llave a la cerradura.

—No, estoy seguro de que ella quiere que tengamos hijos, y si me castra, eso no será posible. — rodando los ojos asomo mi cabeza dentro de la casa.

—Está despejado. — susurro entrando a casa extrañada de que mi madre no haya salido ya con una sartén.

— ¿Se iría a trabajar ya?— dice Jules susurrando al igual que yo.

—No, tiene turno en la tarde— le digo sin dejar de susurrar, alerta a cualquier movimiento proveniente por cualquier lado de la sala.

— ¿Por qué susurramos?— dice Jules colocando sus manos en mis hombros.

— ¿Para que no nos escuche?— me volteo a verlo con obviedad.

— ¿Si sabes que las madres tienen el súper poder de escuchar hasta el zumbido de una mosca?

—Vamos a mi habitación— ignoro su comentario.

Al pasar por la cocina, como un acto de reflejo y como es mi costumbre, volteo a ver, y miro a alguien de espaldas, no logro ver bien quien puede ser ya que pasamos demasiado rápido.

—Alto ahí— escucho la voz de mi madre antes de que podamos poner un pie en las escaleras.

Nos miramos y luego volteamos a ver al mismo tiempo.

La Vida que Soñé I || COMPLETA ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora