La Vida que Soñé I || COMPLETA ||

CAPÍTULO 5

12:30 am.

Una noche más desvelándome, una vez más revisando la pantalla de mi móvil para corrobora si Math o Liza me habían llamado ofreciendo sus disculpas, pero como las otras noches eso no sucedió, esta tampoco fue la excepción.

¿Por qué aún tenía la esperanza de que me llamaran en arrepentimiento? ¿En realidad era tan tonta como para pensar que esos ingratos sin corazón lo harían?

Ya duérmete linda, eso no pasará— me dice nuevamente el pepe grillo en mi subconsciente.

Desbloqueo la pantalla de mi móvil y voy directo a whatsapp. Entro a la última conversación que tuve. Sabía que estaba dormido, trabajaba los fines de semana y hoy era viernes.

Aun así, con el dedo tembloroso, presioné en llamada, no tenía mucha esperanza de que contestara sin embargo.

Uno...

Dos...

Tres...

—¿Mel?— escucho su voz áspera y adormitada del otro lado de la línea.

—Sé que es demasiado tarde y que mañana tienes que trabajar, pero he intentado durante horas y todos mis intentos por dormir han sido fallidos. — le digo en tono de disculpa cubriéndome los ojos, esperando que me mandara a la mierda de una vez por todas.

Al contrario de lo que pensé que haría, soltó una risa pesada y adormitada.

—No trates de disculparte Mel, puedes llamarme cuando me necesites. — mi estómago hormigueó un poco al escuchar eso.

Si hubiera llamado a Math días antes a esta hora me habría mandado a la mierda, eso es seguro. Ahora que lo pensaba mejor, qué me hizo pensar que él no era un completo idiota.

—¿Cómo estás?— digo mordiéndome el labio. Hago facepalm mentalmente al darme cuenta de la pregunta tan estúpida que había hecho.

—Obviamente acostado Mel— dice riendo— ¿Y tú?

—Al parecer yo igual— digo dando otra vuelta en mi cama.

—¿Quieres que te cuente una historia para dormir? De seguro al oír mi voz por mucho tiempo te da sueño.

—Tal vez. — digo mordiendo mi labio nuevamente, al parecer se había convertido en un nuevo tic nervioso.

—Ahí te va— se aclara la garganta preparándose para contarme un cuento—, había una vez....

***

No sé en qué momento me quede dormida, pero cuando desperté, eran las 12pm. El cuento que me conto Jules no había funcionado, el que se había quedado dormido fue él, pero olvidó colgar la llamada, así que me quede escuchando sus respiraciones profundas hasta que yo también me quede dormida.

Mi estómago rugió al oler el maravilloso olor a tostadas y café recién hecho. Me levanto a lavarme los diente y luego bajo a la cocina.

—Despierta Aurora. — bromea mamá cuando entro a la cocina, está sacando unos huevos de la sartén.

Llevaba puesta su pijama aun y su cabello estaba algo enmarañado, seña de que ella igual se acababa de despertar.

Por la ventana de la cocina que daba al jardín, podía apreciar a mi abuelo rociando las plantas, quitando las espinas y cambiando el abono.

Abrazo a mi madre por los hombros y ella sonrió mientras preparaba el café.

—¿Por qué tan cariñosa hoy?— dice mi madre colocando tostadas en 3 platos.

—¿Qué no puedo abrazar a mi querida madre sin motivo alguno?— le digo con ternura sin soltarla.

—Muy bien— dice dándose la vuelta para verme—, ¿Qué es lo que necesitas?— dice aguantando una risa.

La miro ofendida y ella alza una ceja.

—Ok— digo rendida, me voy a sentar a la mesa y sostengo mi cara con mi mano—, Quiero remodelar mi habitación, ¿podrías darme para un bote de pintura?— sabía que era una adulta siendo mantenida por su madre, pero ella misma decía que por el momento no era necesario que buscara un trabajo, que debía concentrarme en mis estudios. Ya que tenía media beca, y mi padre había dejado un fondo para pagar mi Universidad, mi madre solo corría con los gastos de la casa y gustos extras que nos quisiéramos dar.

Ella se ríe y da la vuelta para seguir con el desayuno.

—No poder ayudarte a pintar tu habitación hoy Mel. — me dice trayendo los platos con el desayuno a la mesa.

—Lo tengo cubierto— me encojo de hombros.

—Te dejaré el dinero en la mesa cuando me vaya a cubrir turno.

—¿Ya te he dicho que eres la mejor madre del mundo?— digo tomando el tenedor para comenzar a comer.

Ella solo ríe negando con la cabeza divertidamente.

***

Paso por los pasillos de la tienda, buscando un color de pintura decente, que me haga desear haber quitado el color rosa chillón de mis paredes hace mucho tiempo.

Si, con 21 años mi cuarto es rosa. Pero en mi defensa, los colores no tienen género, mucho menos edad.

¿Por qué había decidido pintar mi habitación rosa si ni siquiera me gustaba por completo? Por Liza.

Siempre me convencía de hacer lo que ella quería.

A los 17 años me convenció de hablar con el chico más popular de la secundaria, eso no terminó bien, cuando le dije "Hola" simplemente se dio la vuelta y continuo con su vida. En preparatoria yo no era tan sociable como lo era ahora en la Universidad.

Antes de empezar la universidad, me convenció de pintar mi habitación color rosa chillón. Y me pagó para que pintara la suya también.

Si, así de estúpida y ciega fui.

Por fin encontré un color decente. Era un celeste grisáceo, no era tan triste para deprimir mi habitación sino que podría darle un toque más sofisticado. O al menos así me parecía a mí.

Me dirigí a la caja para pagar.

Como estaba en el centro comercial en el que Jules trabajaba, decidí ir a visitarlo.

Le agradecí con una sonrisa a la chica y Salí de la tienda, me dirigí al supermercado y fui a comprar lo primero que se me vino a la mente: Skittles.

Fui a la caja 3 que era donde estaba Jules y esperé mi turno.

—Siguiente. — dijo en tono cansado.

Paso con una sonrisa.

—¿Cuándo termina tu turno?— pregunte al posicionarme frente a él.

Levantó la cabeza y una sonrisa apareció en su rostro.

—En media hora. — dice él. Le entrego mi pequeña compra.

—¿Pasas por mi casa para ayudarme en unas cosas que tengo pendientes?

—Mándame tu dirección por mensaje y ahí estaré. — dice entregándome mi compra, al mismo tiempo que me guiñaba un ojo.

Me gustaba pasar tiempo con Jules, eso estaba más que claro.

Quería deshacerme de todo sentimiento que tenía hacia Math y Liza, eso también estaba más que claro, así que, ¿Que mejor que comenzar con deshacerme del espantoso color rosa de mi habitación?