La Vida que Soñé I || COMPLETA ||

CAPÍTULO 4

La clase dio por terminada y salí del edificio. En la banca que se encontraba bajo el árbol donde Jules me había encontrado llorando ayer, se encontraba él.

Me acerco sonriente mirando como Jules estaba absorto en un libro.

Cuando llego a su lado carraspeo la garganta. El levanta el rostro y puedo apreciar mejor que lleva gafas de lectura, sonríe y guarda su libro y sus gafas.

—Te miras bien con gafas. — lo alago.

—Son solo para lectura. — dice terminado de guardar sus pertenencias en su mochila.

—¿Qué leías?— le pregunto curiosamente.

— Diario de una Pasión— alzo la ceja asombrada de que le gustaran ese tipo de libros—, ¿Qué te puedo decir? Soy un romántico empedernido e incomprendido. — me explica.

—¿Por qué incomprendido?— propuse temiendo que dijera que sí.

—No lo sé, solo quería darle un toque de drama a mi comentario. — se pone de pie colgando su mochila en su hombro.

Seguimos bromeando mientras nos decidimos si comer en la cafetería de la Universidad o si mejor íbamos a comer afuera. No era necesario que almorzáramos aquí, pero si era un poco más económico que almorzar fuera, aunque la comida no era del todo buena, por lo que nos decidimos por la segunda opción.

***

Llegamos a un restaurante de comida rápida no muy lejos de la facultad de medicina en la universidad. Nos sentamos en una de las mesas para dos personas.

—¿Así que ya sabías qué estaba estudiando desde antes de que te dijera ayer? ¿Has estado acosándome?— bromeo mientras esperamos que un mesero venga a tomar nuestra orden.

—Mi prima estudia lo mismo— dice recostando sus antebrazos en la mesa—, he ido una que otra vez a dejar cosas suyas al teatro y te he visto allí.

—Si te quedabas viéndome por mucho tiempo, para mi igual suena como acoso. — bromeo cruzándome de brazos.

—Puede que sí, puede que no. — se cruza de brazos él también recostándose en el respaldo de la silla.

—Debería quejarme con los policías del campus, sabes. — Jules estaba a punto de decir algo pero el mesero llegó a tomarnos el pedido.

—¿Qué desean ordenar?

—Una hamburguesa de doble queso con papas fritas y una soda grande de coca cola— dice Jules.

Me dirige una mirada para que pueda pedir.

—Pide por mí, impresióname. — lo reto.

Él sonríe y se dirige al mesero de nuevo, le hace una seña para que se acerque a él y le susurra algo al oído.

Cuando se separa de él, me mira sonriendo pícaramente, yo solo lo miro con los ojos entrecerrados.

De pronto él dirige su mirada sobre mi hombro. Extrañada miro donde él está mirando y lo que encuentro solo hace que una punzada en mi corazón aparezca.

Math y Liza entran juntos sonriendo, mi ex novio lleva un brazo rodeando los hombros de mi ex mejor amiga.

Se acercan a una mesa donde hay otros chicos y antes de que se sienten, Liza me mira y le susurra algo al oído a Math, él me voltea a ver y luego mira a Jules, su expresión se vuelve seria.

Como si hubiera sido yo la que lo hubiera engañado con su mejor amigo— pienso.

Devuelvo mi vista a mi nuevo amigo y este me mira tratando de descifrar que es lo que me pasa.

Y es que no me había dado cuenta que una lagrima se me había escapado.

—¿Qué sucede Mel?— pregunta.

—Nada importante. — digo secando la lágrima.

—Es importante, sino no estuvieras llorando. — dice recostando de nuevo sus antebrazos sobre la mesa para acercarse más a mí.

—No es nada importante. — repito de nuevo con más seriedad.

—Está bien. — dijo separándose un poco, me sentí mal por haberlo tratado así.

Felicidades Mel, quieres seguir perdiendo amigos— aparece de nuevo pepe grillo en mi subconsciente.

—Lo siento, es solo que...— muerdo mi labio inferior y niego con la cabeza alejando todo mal recuerdo— No estoy lista para hablar de esto con nadie.

—No importa, ya habrá momento para hablar de eso, aquí estaré para escucharte. — dijo tomando mi mano para darme apoyo.

Sonreí agradecida de nuevo y luego el mesero llegó con nuestra orden.

Le entregó a Jules su orden y luego me entregó un plato tapado para que no pudiera ver lo que él había ordenado por mí.

Mire a Jules quien sonreía pícaramente esperando que el mesero destapara lo que él había ordenado por mí.

El mesero destapo mi platillo y yo miré impresionada lo que había ordenado por mí, era exactamente lo que yo hubiera ordenado: una pizza personal con piña y un té frío de frambuesa.

—Realmente estabas acosándome. — lo acuso.

Él sólo ríe y esperó a que el mesero se retirara.

—No estaba acosándote. — dijo negando con la cabeza divertido.

—¡Es justo lo que yo hubiera ordenado! Claro que estabas acosándome.

—Solo lo supuse. — se encogió de hombros y le dio una mordida a su hamburguesa.

—Estoy comenzando a considerar la posibilidad de que seas un vampiro que tiene el poder de leer mentes.

—Lees demasiado Mel. — dice y vuelve a desviar su mirada por encima de mi hombro, pero esta vez no volteo por que se exactamente dónde está viendo.

Ignoro eso y muerdo una rebanada de mi pizza.

—¿Los conoces?— dice Jules haciendo que levante mi vista y lo mire fingiendo confusión—, Math lleva rato mirándonos ¿Lo conoces?

Trago con dificultad y tomo un poco de mi té para terminar de pasarme la pizza por la garganta.

Miro disimuladamente por encima de mi hombro y asiento.

—Son unos amigos— me limito a responder— ¿Tu como lo conoces?

—Hace 3 meses Math salió con mi prima, pero la engañó con una chica que estudia medicina, la cual no recuerdo su nombre, mi prima me lo contó destrozada y lo busque, tuvimos una pelea, de allí en adelante siempre me mira con odio.

Esto era una completa estupidez, un año y medio lleno de mentiras, eso quiere decir que no solo me engañó con Liza, el muy imbécil me engañó con otras estúpidas, y no las llamo estúpidas por que las odie, las llamo estúpidas porque cayeron en su trampa, al igual que yo.

Una punzada en la cabeza y una en el corazón hicieron su presencia.

—¿Podemos irnos? No me estoy sintiendo bien. — le pido a Jules.

—Claro. — dice para luego llamar al chico que nos atendió y pagarle.

Nos levantamos y fuimos juntos a la salida del restaurante.

Al pasar por la mesa donde se encontraban los malditos traidores, la muy sínica me lanza una mirada burlona y Math solo le susurra algo al oído que la hace reír.

Los ignoro, no había sido yo la que los había traicionado.