Capítulo Dos: El Secreto

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Isabela

Caminaba en silencio a mi casa, a penas habían dado las siete de la mañana, yo ya estaba fuera de la casa de Hayden.

Quería cambiarme de ropa y darme un baño antes de ir a la escuela ya que, ayer por la pelea con Danna, había olvidado por completo tomar algo de ropa extra para hoy.

Saqué las llaves de mi casa y abrí la puerta en silencio para no despertar a nadie, aunque sabía que ya casi todos lo estaban.

-Señorita Isabela- sonrió Heidi

Nuestra ama de llaves y mi nana.

-Hola- musité adormilada

-Se ve muy cansada- musitó preocupada -¿Se encuentra usted bien?-

-Sí- sonreí -Solo estoy cansada, eso es todo. Ayer Hayden y yo tuvimos una noche de películas y no he dormido mucho a decir verdad-

-Mi niña- sonrió y me abrazó

-No te preocupes nana, estoy bien-

-¿Quiere mi niña qué le haga su desayuno favorito?- me miró sonriente

Y he aquí la mujer.
La única persona, a parte de Hayden, que me quería a pesar de no ser de mi familia, la más cálida de todas las amas de llaves que la casa Williams había tenido.

-Te amo- reí y besé su mejilla

-Y yo a usted, mi niña pequeña- dijo y besó mi frente -Tome una ducha y relájese, que su desayuno estará listo ahora que baje al jardín, ¿si?- asintió

-Gracias nana-

-De nada mi niña-

Subí las escaleras de la casa corriendo y por un momento quise reír por lo infantil que era por aún tener un desayuno favorito que consistía en fruta con forma de cara feliz.

Cuando entré a mi habitación no lo dudé ni un segundo y me metí de nuevo a la cama. Estaba loca si no volvía a dormir. Quería dormir.

(...)

-Isabela...- susurró alguien en mi oído

-¿Consciencia?- musité dormida

-No tonta, soy yo- dijo y se aventó a mi cama

-¡Hayden!- dije y la empuje

-¿Así que soy tu consciencia?- dijo riendo

-Cállate torpe- sonreí y la miré -¿Qué haces aquí?-

-Como sabía que te quedarías dormida, vine a despertarte para que no llegues tarde por mí- sonrió

-¿No era mejor una llamada?- la miré confundida

-Lo era- asintió

-¿Ya no voy a pasar por ti hoy, sabes?-

-Bueno, eso si que no lo vi venir- dijo levantando sus brazos al aire

-Estás loca- reí

-Tal vez- me miró -Pero lo cierto es que no quise dejar que mi mejor amiga desayunara sola contra el ejército de los Williams. No quiero que te arruinen el día como lo hicieron ayer-

-¡Hayden!- grité y la abracé -Te amo amiga-

-Sí, sí- la escuché reír

Ambas comenzamos a reír hasta que me levanté de la cama y me metí al baño.

-Tomaré tu computadora-

-Claro- sonreí -Puedes poner música si quieres-

-Listo señorita- sonrió

Isabela, la niña buena ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora