Recuerdos De Cristal

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Isabela

Años atrás...

—¡Bela ponte suéter!— oí a mi mami gritar

Hacía mucho viento afuera y por eso se escuchaban sonidos de las hojas de los árboles. Me parecía gracioso porque un árbol no se mueve y por eso es casi imposible que haga una canción cuando viene el viento.
Pero eso no importaba mucho, no, porque hoy llegaba mi hermano.

Era el último viernes del mes, lo cual, quería decir que hoy, Isaac me traería un regalo especial como cada mes. Así que me puse mi vestido nuevo y tomé mi vanda rosa para el cabello que mi hermano adoraba.

Dice que yo soy su princesa.

Bajé las escaleras corriendo hasta la puerta y me senté en el último escalón de la entrada para esperar a que mi hermano llegara de su pesado día.

Siempre venía con un portafolios y desabrochaba su corbata al bajar del auto, pero yo siempre lo atacaba con un abrazo para después recibir un beso en la frente y un chocolate detrás de mi oreja.

Isaac es todo.

Puede ser mago, príncipe y hasta la mano derecha del robot en que él y mi papá trabajan. Sé que es un robot, porque mi papi siempre dice que Isaac maneja la mano derecha y él la cabeza.
Hasta una vez se convirtió en un payaso para la fiesta de cumpleaños de Hanna.

Cuando escuché el sonido del auto, me puse de pie y al bajar mi hermano, fui hacia él con un gran salto.

—¡Princesa!— lo escuché reír.

—¿Venciste a muchos villanos hoy?

—Así es— jugó con sus cejas

—¿Qué crees?

—¿Qué?— sonrió y me bajó de sus brazos

—El señor del casco blanco le dijo a mamá que mañana mismo traeran uno nuevo...— pensé —¿Mechón?

—Techo— rió

—¡Eso!— asentí emocionada y luego ladee mi cabeza —¿Para qué?

Él sonrió y se agachó a mi lado.

—Cierra los ojos.

—¡Mi sopresa!— reí cerrándolos

Escuché un sonido como si Isaac abriera una bolsa y salté emocionada.

—Dime algo, bella Isabela.

—Algo— carcajee

—No— rió —Dime, ¿qué crees que tengo aquí?

—Mmm— pensé

—Es de tu color favorito

—¡Es rosa!— sonreí y comencé a saltar aplaudiendo.

—Sí— lo escuché moverse —¿Estás lista?

—Sipi— asentí rápido

—Ok...— murmuró —Abre los ojos.

Abrí mis ojos y sonreí al ver un enorme rosal frente a mí a la vez que Isaac me tomaba una foto.

—¡Guau!

—¿Te gusta?

—Está muy bonito— asentí oliendo las rosas —Y huele muy rico también.

—Entonces plántalo—. Dijo cargándolo

—¿En dónde?— pregunté

—Buena pregunta. Acompáñame.

Asentí y tomé su mano libre para caminar por el jardín.

Isabela, la niña buena ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora