Cap 6

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Akashi mando a traer bocadillos a su habitación junto a unas revistas que unos mayordomos tenías entre sus pertenencias. Todos los sirvientes de la casa se mostraban sorprendidos con los pedidos del joven amo, pero prometieron no decir ni una sola palabra al señor de la casa.

- Es para pasar el tiempo. Yo también debo aprender a actuar como un chico normal si voy a interactuar con gente común en el futuro – Fue lo que dijo, y cerró la puerta con seguro.

Aomine comía y veía las revistas, mientras que Akashi esperaba a que se calmara. Como un antiguo demonio, entendía que la vida en el mundo humano no era fácil para los que recién llegaban, además de que Aomine no estaba acostumbrado a estar tanto tiempo fuera del inframundo.

Una vez que la comida se acabó y las necesidades de lujuria de Aomine se vieron satisfechas, Akashi tomó asiento a su lado y se dispuso a hablarle.

- Dime Aomine, ¿qué te trajo a mi casa?

- Pensaba en venir a saludarte. Hace mucho que no nos vemos.

Akashi sonrió y puso su mano en el hombro del incubo, en señal de confianza plena.

- Sabes que no es lo único a lo que has venido.

Aomine, al verse descubierto, dio un suspiro y se sinceró.

- Necesito que me digas cómo te deshacías de los cupidos molestos.

Akashi se sorprendió por el pedido tan poco convencional de su antiguo compañero. Como todo demonio, tenía sus tretas escondidas bajo la manga para deshacerse de los ángeles que interferían con su trabajo, y él no los compartía con nadie. Ninguno le había preguntado por aquel truco que tenía escondido por la discreción que tenía con sus artimañas. Pero si Aomine Había venido personalmente a preguntarle, a lo mejor tenía sus razones.

- ¿Por qué quieres saberlo?

- Verás, hay un ángel cupido novato que está interfiriendo con mi trabajo últimamente. No he podido sacármelo de encima, y aunque hoy tuve un progreso moderadamente bueno, quiero tener un plan de contingencia en caso me vea comprometido con mi rendimiento. Ya sabes, un plan B.

- Es la primera vez que usas tantas palabras diferentes en una oración y tiene coherencia, o incluso admites que un novato te está venciendo.

- ¡No te burles de mi inteligencia o de mis problemas! ¡Dime tu secreto!

El emperador no sabía si decirle. Claro, Aomine era uno de los pocos amigos que tuvo estando en el inframundo, y le tenía mucha estima. Pero la confianza y la estima no necesariamente eran lo mismo. Se paró y miró por la ventana, meditando muy bien sus opciones. Si no le decía, iba a insistir, si le decía, lo más probable es que surgirían problemas. Aunque Aomine insistiendo de por sí ya era una gran molestia.

- Akashi.... No tengo mucho tiempo.... ¿Me dirás o no?

El mencionado se giró a verlo, aún con dudas en su cabeza.

- ¿De verdad necesitas saberlo? Tú eres un íncubo competente en tu trabajo, no creo que necesites de mis trucos para poder vencer a un cupido que recién empieza.

- Lo mismo pensé yo, pero viendo lo mucho que estoy demorando en terminar... No esta demás tener un plan de contingencia ¿no?

De nuevo lo pensó. Tal vez podría decirle, nada más que algo general. Había prometido no causar problemas después de su reencarnación, pero si le decía a Aomine y él metía la pata, no sería del todo su culpa.

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