Cap 8

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El siguiente capitulo contiene escenas rikolinas para mayores de 15 años o gente que ya no tiene una mente inocente.

Proceda a leer con precaucion.

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Ya entrada la noche, Kuroko se fue a dormir, dejando a Kise solo con Aomine.

Estaban sentados en la rama más cercana a la ventana, cubiertos por las hojas y las flores que caían, señal de que se acercaba el otoño. Kise estaba recostado sobre el tronco mientras que Aomine lo veía con ojos llenos de lujuria, relamiéndose los labios mientras pensaba en lo que podría hacerle al cupido. En sus adentros, Kise maldecía haber hecho esa apuesta, si Hyuga-senpai supiera lo que estaba a punto de ocurrir, lo más seguro es que lo mandaría al cielo por ser tan inmaduro, además de cambiarlo por otro cupido más capaz para hacerse cargo del caso de Kuroko.

"Espero que termine pronto" era lo único que podía pedir, pues sabía muy bien que alguien como Aomine no dejaría su dignidad intacta, y tampoco estaba seguro de que mantendría su promesa de no quitarle su virginidad, porque desde el primer día, supo perfectamente que le quedarían secuelas por este primer trabajo nada más verlo.

- Bien, Kise – Aomine lo miraba directamente a los ojos, y hablaba con voz profunda pero clara – Ya que perdiste en nuestro juego, vas a tener que hace lo que yo diga.

- Solo por 5 minutos – Kise alzó la mano frente a él con los dedos abiertos, mostrándole el tiempo que estaría bajo sus órdenes.

- Fueran 5 minutos, 5 horas o 5 míseros segundos, eres mío y harás absolutamente "todo" lo que yo diga. Ahora cállate, quiero disfrutar esto.

De mala gana, Kise se mantuvo callado tal como él le ordeno. Sentía como el íncubo recorría su cuerpo con la mirada, probablemente pensando en muchas obscenidades para hacerle. De solo pensar que haría algo vergonzoso frente a él le daba pena mirarlo a la cara.

Una vez que Aomine tenía listo el castigo de Kise, se acomodó más cerca de él hasta acortar casi por completo la distancia que separaba ambos rostros.

- Mastúrbate frente a mí.

Al escuchar la orden, Kise casi se cae del árbol. ¿Acaso el sexo era lo único que pasaba por su cabeza?

- ¿Estás loco? ¡Te dije que nada de quitarme mi virginidad!

- Tranquilízate cupido, técnicamente seguirás siendo virgen. No es como si yo fuera a penetrarte o algo así.

- ¡Pero hacer algo así es completamente...!

- Ahórrate el discurso y empieza Kise, no me hagas quitarte la ropa y tocarte yo mismo. Sabes que no me controlaré.

A regañadientes, Kise comenzó a quitarse la ropa. Dejó al descubierto su pecho y parte de su estómago, de ninguna manera iba a quitarse la parte de abajo, eso era demasiado para él.

- Empieza por tocarte el pecho tal como yo hice la primera noche, y baja lentamente hasta llegar a tu estómago – Al ver su mirada desafiante, Aomine sonrió de forma socarrona. Estaba disfrutando el espectáculo mucho antes de haber empezado – Estoy seguro de que lo recuerdas muy bien.

Y lo recordaba, por supuesto que lo recordaba. Jamás olvidaría la noche que se llevó la peor impresión del íncubo, fue precisamente por eso que no podía quererlo.

Primero acarició lentamente su pecho con ambas manos. Agarró uno de sus pezones y jugueteó con él mientras que con el otro se pellizcaba. Sentía pequeños espasmos al tocarse de esa forma, con la respiración de Aomine tan cerca de su cuello, casi besando su piel. Siguió el recorrido de una mano hasta llegar al estómago, pasando lentamente por el ombligo y terminando en su pelvis. Su boca amenazaba con dejar salir sonidos extraños, a sabiendas que eran por el calor que empezaba a recorrer su cuerpo.

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