Cap 29: Quiebre

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Hace 5 días....

Momoi estaba sentada sobre un pentagrama hecho a base de sangre, con las 5 velas en cada punta de la estrella, un cuchillo de plata frente a ella y el corazón de una cabra. Tenía las piernas cruzadas y los ojos cerrados, con las manos apoyadas en su respectiva rodilla. Había ayunado por tres lunas enteras, se bañó en la sangre de un macho cabrío y tatuó su cuerpo con el cuchillo frente suyo. Cada paso del ritual había sido completado a la perfección, incluyendo el más mínimo detalle. Claro, Akashi tuvo que ayudarla a conseguir la sangre de una virgen para poder dibujar el pentagrama (nada que un poco de dinero y un buen médico certificado no pudiera lograr), y Furihata, extrañado por la actitud de Kuroko y los demás acontecimientos que rodeaban a su amigo, accedió a mancharse las manos con tal de ayudarla a dibujar el pentagrama para esa noche. Se supone que tocaba luna nueva, y si no mal recordaba de sus clases básicas de rituales de invocación, la noche perfecta para invocar a Dantalian. El señor de las ciencias y todas las visiones oscuras podría decirle lo que necesita, por un precio justo claro estaba. Planeaban ofrecerle el corazón de una cabra macho muy bien cuidada, la mejor en los establos que Akashi tenía para "esta clase de situaciones", alimentada correctamente con la carne de los suyos, además de haber bebido su sangre, y por supuesto, bañada en gran parte de la sangre de la virgen.

El cuarto estaba oscuro, solo se veía la luz de la noche que entraba por la ventana, esperaban que la luna se ocultara en la oscuridad y que su único rayo de luz iluminara el centro del rubí sostenido por el bastón dorado colocado frente al pentagrama. Una vez que diera a la frente de Momoi, lo más seguro era que Dantalian, duque de los infiernos, se apareciera frente a ella.

Akashi estaba cerca a la puerta junto a Furihata, en caso el súcubo necesitara de su apoyo. Él ya no era un demonio, pero por lo menos tenía suficiente fuerza para hacerle frente a Dantalian si era necesario. Furihata se quedó cerca también, aun cuando Akashi le había preparado una habitación bendecida y rodeada de cruces, con rosarios y algunas imágenes de santos para repeler al demonio. La única protección que tenía era un rosario y una biblia.

- ¿Funcionará? – Furihata no estaba del todo convencido con el ritual, creía que, si ningún demonio pudo salir a libre voluntad, un ritual tan antiguo tampoco serviría de mucho.

- Ten algo de fe – Le respondió Akashi, riéndose de la irónica respuesta que dio – Es nuestra última opción.

- Silencio – les pidió Momoi – ya casi llega.

Un pequeño rayo de luna se apareció por la ventana, subiendo de a pocos hasta llegar al rubí. La luz fue absorbida en su totalidad por la joya y luego, un pequeño destello se presentó en la frente de Momoi, iluminando directamente en el medio. De un momento a otro, sus ojos despidieron un destello rojo, llegando a iluminar la pared frente a ella, mostrando una imagen parecida a la de un ser humano: un cuerpo andrógino, de caderas anchas y torso bien proporcionado, la cabeza cubierta por un casco lleno de cuernos y un libro en la mano derecha. El ente poco a poco abrió los ojos y dirigió su mirada al ser que lo había invocado, y se sorprendió gratamente al ver que era uno de sus congéneres atrapado en la tierra.

- Vaya, vaya – respondió con tranquilidad y algo de burla – Una súcubo.

- Me honra su visita mi señor Dantalian – Momoi le dirigió la mirada directamente a los ojos – Lo he llamado porque necesito de su sabiduría.

- Veo que no eres la única – Dantalian dirigió la mirada a Akashi, reconociéndolo al instante – Me alegra ver que mi ex – futuro rey se encuentra bien, y a tu padre seguro le interesara saber de tu pareja.

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