Capítulo 2

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  Otro día más sin su presencia, sin sentir el calor de su cuerpo contra el de ella, estaba claro que ella no podría olvidarlo jamás, habían pasado tantas cosas juntos aunque ella no supiera mucho sobre él. Ella estaba segura de que se enamoró, de un completo extraño, pero se enamoró.
La melancolía inundaba su habitación, sus tristes recuerdos hacían que ella misma se ahogara en un mar de lágrimas. No lo podría olvidar, sería más fácil para ella pasar mil años en completa soledad. ¿Y qué hay de él? Tal vez, exista la remota probabilidad que aun quede una chispa del amor que sentía por ella, de su amor cálido y apasionado, o eso pensaba ella.
Aún recordaba como lo conoció, sentado en una mesa solitaria del café de moda de la ciudad.


-¿Puedo sentarme contigo? Todas las mesas están ocupadas y...-dudó en decirlo-tú estás solo
-Claro, siéntate- dijo él sin levantar la vista de su periódico arrugado
-Robo en el banco, nada nuevo, ¿eh?-Preguntó ella, mirando los dedos de sus manos con las uñas imperfectamente cortadas
-Es normal-Dijo él, mirándo por un segundo los ojos de ella y hundiéndolos de nuevo en su periódico, ella estaba hechizada por su profunda mirada, sus ojos escondían algo de misterio y eso a ella le encantaba.
-¿Te invito algo?-Preguntó él con un tono frío
-Si, por favor-Contestó ella con cierto rubor natural en sus mejillas, cosa que la hacía ver adorable.
Él pidió comida y café para ambos, los dos reían mientras que las horas pasaban a la velocidad de la luz.
-La cafetería va a cerrar-Los interrumpió el camarero-Lamento decirles que se tienen que retirar.
Ambos se pararon de la mesa y él besó su mano.
-Fue un placer conocerte, Dylan-Dijo ella, a lo que él solo respondió con una sonrisa y se fue.

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