CAPITULO X

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CAPITULO X

Después de haber pasado la tarde bajo la lluvia, por fin llego a casa, escurriendo de agua, mis ojos aún arden por las lagrimas que derrame hacia algunos momentos, sentí como mamá me cubría con una toalla y me daba un cálido abrazo.

Es en estos momentos especialmente, cuando necesito de eso, que este alguien con quien sentirme tranquilo, que me abrace y tan solo no me deje solo un momento, pude sentir como los brazos de mamá me rodeaban y poco a poco la calma fue cesando hasta que quede profundamente dormido.

Era domingo por la mañana y yo estaba con ese típico ánimo de domingo, un poco triste, solitario y sin ganas de nada. Pensándolo bien, todos mis días eran domingo.

Hoy me tocaba que ir con el médico para que me checaran y me dieran mas medicamento, en verdad me estaba hartando de tanta medicina, era algo sumamente enfadoso por así decirlo.

A la hora de que el doctor estaba revisando los análisis y todas esas cosas, empecé a sentir un gran vértigo, un dolor de cabeza insoportable, solo recuerdo que estaba sentado en una de las camillas que tenían en los consultorios y de pronto todo se oscureció, al parecer había tenido otro ataque respiratorio, por poco y mi corazón se detiene, pude haber muerto solo que gracias a que estábamos en el hospital no paso a mayores.

Me tenían acostado en una cama con aparatos alrededor de mi, medicamento corriendo por mis venas, oxigeno recorriendo por mi nariz hacia mis pulmones.

Yo aun estaba inconsciente, no había abierto los ojos pero si podía escuchar todo lo que pasaba a mi alrededor, mamá estaba hablando con el doctor, al parecer mi situación se había puesto un poco mas grave de lo que ya estaba.

El problema que tenia en el corazón resulto ser mas grave que de lo que se suponía, la arteria que estaba solo un poco doblada, se estaba doblando aun mas, no había explicación del porque, los doctores quedaron estupefactos al ver lo que pasaba, y para colmo mi sangre era demasiado espesa lo que contraía que mi corazón trabajara muchísimo mas de lo normal, podría causarme un coagulo que se vaya directamente al corazón y detenerlo por completo, a lo que ya se imaginan que sucedería.

Me dejaron en revisión varios días, al parecer no había avanzado nada, seguía en lo mismo.

Hubo un día que conocí a una doctora, cardióloga que para los que no saben son los médicos encargados de enfermedades del corazón y esas cosas.

Entro a mi habitación algo tranquila y con una sonrisa radiante, yo me encontraba solo, mamá había ido por algo de comer. La doctora se me acerco y se sentó en la cama junto donde estaban mis pies, me miro sonriendo y me pregunto:

-Hola Thomas, ¿cómo estas?

Como ya les he mencionado, a pesar de estar en situaciones bastante criticas, nunca he dejado de darle buena tanto a la gente que me rodea como a la vida. Esforzándome en levantar mi mano con el pulgar arriba le dije:

-Excelente Doc.

La doctora solo me ve y esboza una pequeña y disimulada risa, voltea a verme y veo como sus ojos comienzan a ponerse algo rojos, se perfectamente que comenzara a llorar pero no entendía porque, ella solo me toma de la mano y me comienza a decir:

-¿Sabes? No tienes una idea de cuan conmovida me tiene tu historia, tu medico que te ha tratado, me ha contado todo por lo que haz pasado aquí dentro de estas cuatro paredes que en verdad decirte que eres un gran guerrero te quedaria corto, sabes, he conocido a personas con enfermedades parecidas a las que tu tienes y no han puesto tan solo algo de esfuerzo para salir adelante, se dejan caer en el camino de su lucha, pero tu, tan solo de verte sonreír sabiendo todo el dolor que sientes en estos momentos, en verdad que es algo por el cual aplaudir, me llena de alegría, nostalgia, emoción ver que una persona de tu edad a pesar de lo que ha vivido y de lo que esta viviendo, tenga siempre alegría para dar a los demás, que quiere que no lo vean triste ni mucho menos que lo vean mal por tan larga lucha que haz llevado Tom, sabes, hay una canción que te recomiendo que la escuches, de hecho te la pondré ahora, se llama Aleluya, cuenta una muy bonita historia que es algo así como tu.

Si algo malo te pasara, que esperemos que no, tu por el simple hecho de estar luchando grandes guerras en estos momentos de tu vida, ya te ganarías el respeto y admiración de muchas personas, tu historia debe ser contada algún día.

Me había quedado completamente sin palabras, jamás me habían dicho algo que tuviera realmente sentido, como mi voz estaba realmente quebrantada solo le pude decir:

-Gracias por tan buen gesto, pero le quiero pedir un favor...

-Si, con gusto Tom.

La doctora quedo boquiabierta con el favor que le había pedido, se negó por un momento, pero después de explicarle el motivo del porque se lo pedía, me miro nuevamente con una lagrima rodándole por la mejilla y me dijo:

-Con todo el dolor de mi alma pero si, lo aré Tom, quiero que estés bien y si eso lo hace, muy bien.

La doctora salió de la habitación dejándome descansar un poco, pero se preguntaran cual fue el favor que le había pedido al cual por un momento pensé que no me dejaría.

Mi salud no estaba bien, nada en mi lo estaba, así que el favor que le pedí fue que no dejara entrar a nadie a mi habitación, ni siquiera a los doctores o a mi mamá, quería que me dejaran solo, tan solo algunos días para que luego se llegara el momento, sabia que no resistiría mucho pues mi enfermedad estaba empeorando cada vez mas y mas.

Le pedí que después de esos días, dejara pasar a todo mundo, familia, amigos, quien fuera.

Quería despedirme por ultima vez de todos...   

Un Pequeño InfinitoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora