CAPITULO II

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CAPITULO II

Tuve un sueño, o no sé si estaba muriendo, vi cada episodio de mi vida pasar, cuando comencé a hablar, mi primer día en la escuela, mi primer golpe, mi primer desamor, cuando comencé a manejar, todo lo que había pasado en mi contra vida, al final vi a Carlos, en un jardín enorme con muchos pájaros, él estaba riendo y corriendo detrás de ellos, entonces me miro y me dijo, aquí te esperare, no importa si te tardas, siempre estaré para ti.

Fue ahí cuando desperté, entonces si todo fue un sueño, pero de que Carlos no haya muerto, eso si no fue sueño.

Mis padres estaban ahí, yo estaba recostado en la cama, a lo mejor me llevaron ahí después de haberme desmayado, mi mamá estaba dormida en el reclinable con su cobija preferida, y ahí estaba papá, viendo por la ventana con las manos en los bolsillos del pantalón.

Y si, era raro ver a papá, ya que casi siempre estaba de viaje.

Trato de levantarme, pero no pude. Mi papá voltea de inmediato y dice:

¿Qué crees, que haces?

¿Pues qué crees tú? Trato de levantarme – le contesto de una forma no muy agradable, y no podía ya que no podía estar feliz después de saber que con quien habías compartido unos de tus días y quien se había vuelto especial, había muerto.

Mi padre solo me mira y me ayuda a sentarme sobre la cama, de esas camas que se reclinan con un control, lo había olvidado por completo así que tomo el control y hago que la cama se incline para estar un poco más cómodo.

Mi padre sale de la habitación algo pensativo, miro como duerme mamá, ya es algo tarde y muero de hambre así que tomo la charola con comida que estaba frente a la cama, una sopa de letras, gelatina y un vaso con jugo de manzana, eran del asco, la comida de hospital era horrible, o pudiese ser que ya extrañé la comida que, hacia mamá, y era raro pensar eso, ya que pasaba haciendo otras cosas que no comía de lo que cocinaba mi mamá.

Por fin salí del hospital, un viernes por la tarde.

Tardamos en llegar a casa, ya que los médicos tenían que hacer su papeleo tan fastidioso.

Mi padre conducía, mamá leía lo que nos habían entregado en el hospital, yo solo miraba por la ventana y pensaba: -Sé que es difícil tener esta horrible enfermedad, ¿pero que se sentirá tener a un hijo que está muriendo a causa del cáncer? Era lo que me hacía pensar en los últimos días que estuve en el hospital, tenía miedo de que mi madre derramara todo un mar de lágrimas, que mis amigos se pusieran tristes por mi culpa, yo no quería eso, no quería ver tristes a las personas más importantes para mí, si me dieran a elegir, preferiría irme sin que nadie se diese cuenta, así como desaparecer pero que nadie sufriera.

Llegamos a casa, toda la familia estaba reunida, era fastidioso, no porque no quisiera a ver a la familia reunida, si no que pensaba que tenía que pasar algo malo para que las personas te visiten y pregunten como estas, no me gustaba, o al menos no quería que me vieran como un bicho raro, si ya se, estoy muriendo, pero eso es lo que no quiero, que las personas me vean como señalándome, si me voy a morir, bien, pero quería que me trataran como a una persona normal.

Todos estaban sentados en la sala de estar, yo venía algo agotado del hospital y para colmo, soy de esas personas que cuando le pasa algo se le nota en la cara, ya sea que este feliz, triste, o solo este pensativo, se me nota y odio eso.

Voy hacia mi recamara después de haber recibido los buenos deseos de toda la familia, lo típico de: ''Veras que todo está bien. Tu puedes échale muchas ganas. O Esto solo es una prueba de Dios para que le demuestres que tú puedes''

No es que no sea tan religioso, pero no era muy creyente, en estos casos puede que comience a creer, pero aun así no me gusta hablar mucho de la iglesia, mucho menos de Dios.

Extrañaba mi recamara, mis libros, mi música, mi sillón donde pasaba días enteros sentado leyendo con una buena taza de café.

Subí mi maleta hacia la cama ya que había pasado varios días en el hospital. Tome un baño de burbujas para relajarme y olvidarme un poco de todo lo que había sucedido.

Termino mi baño, estoy poniéndome mi pijama para poderme recostar un poco. Escucho que llaman a la puerta y dicen:

Hola Thomas, ¿puedo pasar?

Era mi prima, Ashley, éramos muy unidos, solíamos salir a pasear, contarnos de todo, hacíamos locura y media, nos reíamos de todo, era la mejor.

Si, pasa -digo saliendo del baño

Hooola Thomas, te extrañe tanto, ¿Cómo estás? – me dice Ashley lanzándose hacia a mí para abrazarme.

Hola Ash, yo también te extrañe, no sabes cuánto, pues bien, un poco cansado, pero aquí estoy – digo con voz ronca y ojos medianamente rojos.

¿Qué te pasa, que tienes? – me dice después de mirarme que tengo los ojos rojos.

Le comienzo a contar todo lo que me sucedió estos días que estuve en el hospital, estoy hecho un mar de llanto, extraño tanto a Carlos.

¡Ay! Lo siento tanto, parece que tú y él se hicieron muy buenos amigos en estos días.

Si lo sé, fui yo con quien paso sus últimos días, quien le apoyo en todo lo que pudo – digo limpiándome las lágrimas.

Nos pasamos toda la tarde platicando de todo lo que nos pasó en eso días, no estábamos poniendo al corriente con el chisme, parecíamos de esas señoras que se sientan fuera de casa y se la pasan criticando a quien se les cruza por el frente.

Se llegó la noche, extrañaba tanto mi cama y como de costumbre para dormir relajado pongo algunas canciones de Beethoven o Mozart.

Antes de estar a punto de dormir, escucho algunos gritos.

No de nuevo no por favor. -digo entre dormido

Eran mis padres discutiendo de nuevo, presiento que están a punto de separarse, pero puede que papá solo este con nosotros por mí, pero yo no quiero las lastimas de nadie, mucho menos de mis padres o algún familiar.

Mama suele tener mucha confianza conmigo, me cuenta todo lo que le pasa, cuando esta triste o tiene algún problema, y entre esos problemas estaba el de papá, dice que imagina que él tiene una amante, que tiene otra familia, yo nunca quise decirle pero yo sospechaba de tiempo atrás, salía súper temprano al trabajo, no llegaba a comer, y de hecho en las noches llegaba tardísimo, un día de esos de muchos no tenía casi sueño, decidí quedarme en la sala de estar viendo una película, en cuanto papá llego, olía a perfume y no era del que usaba mamá, venia algo desarreglado, no quería tomar esa platica con mamá ya que no tenía el valor suficiente para contárselo.

Se veía que mamá estaba decidida a dejarlo, pero había algo que le impedía y ella no quería aceptarlo, claro, era por mí, pensaba que sin el apoyo de papá no podríamos con todo el porvenir, pero se equivocaba, papa estaba atado a pagar manutención por ser aun menores de edad junto con mi hermano menor, así que teníamos la de ganar, y no sé de qué se quejaba mi mama, porque el casi nunca aparecía por la casa, llegaba súper tarde todos los días. 

Un Pequeño InfinitoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora