Capítulo 2.
La llegada a la habitación que ambos compartirían, tenía con los vellos erizados a Louis. Apenas había pasado medio día intentando ordenar su parte del cuarto y había notado algo que le hizo recordar su infancia y gran parte de su adolescencia.
Cuando era niño, Louis solía dejar juguetes por aquí y por allá; creció y esto se volvió un problema: su habitación ya no estaba llena de juguetes, pero había ropa regada por el lugar; la mayoría de las veces no sabía cuál era la limpia y cuál estaba sucia. Tenía una colección de objetos varios que realmente nunca usaba, y su madre— la que al parecer le gustaba llenar a sus hijos con cosas materiales— prefería comprarle libros (que no terminaba de leer), películas (las cuales sólo miraba una vez), videojuegos y ropa. Cualquier cosa que el necesitara, se le daba, porque era el único hijo varón y el mayor.
Entonces se volvió consumista. Pedía a su madre cosas al azar y sólo las tenía guardadas, algunas veces sólo las admiraba como si fueran un trofeo.
Pero un día, algo cambio. En un aparador de una librería, vio libros en oferta que tenían como temática: orden, minimalismo y paz interna. Entendió porque estaban rematándolos. Su ciudad era capitalista —consumista por ende— y a su mayoría de la población le importaba mucho más tus propiedades que la paz interior. A él no. Compró aquellos 3 libros, —fue una de sus últimas compras impulsivas— y los leyó en una semana. Descubrió algo mágico, algo nuevo: el dinero y las cosas materiales no llenan los vacíos.
Entonces el comenzó a cambiar. Ya era más organizado, hizo tres ventas de garaje y sacó provecho ahorrando ese dinero para la universidad.
Harry tenía muchas cosas en la parte de su habitación, todo estaba mal acomodado y Louis dedujo que aquel chico no sabía ni doblar la ropa. Se tomó su tiempo mirando la pared blanca de su lado y volvió a ver el lugar de Harry. El escritorio del rizado, estaba lleno de papeles, la cama tenía ropa encima, su mesita de noche tenía empaques de comida, y los posters que tenía pegados le daban un aspecto aún más desordenado. Tenía una cámara encima de la ropa, su computadora, el celular, un IPod, libros, fotografías colgadas a un lado de un poster de Darth Vader y más ropa en la silla de su escritorio. Harry era muy desordenado y Louis no podía soportarlo. Tenía una vida un tanto minimalista y seguía el método de organización de KonMari para todo.
—Oye, ¿podrías ordenar tu lado? — Louis sonó más prepotente y grosero de lo que hubiera querido. Harry sólo lo miró; soltó su celular dejándolo de nuevo en la pila de ropa, sobre la cama dónde él se encontraba acostado.
—Es mi cama. Mi lado. Mi desorden.
Louis giró los ojos al escuchar la contestación originada de aquella borde y descortés boca. Sabía que lo merecía por haberse comportado así al llegar, pero en realidad el orden era algo esencial para él desde hace dos años.
—Perfecto.
El siguió guardando su ropa en cajones y acomodando las pocas cosas que había llevado consigo. No era mucho, pero, igual se había vuelto un poco vital para él mantener las cosas en su lugar.
Una vez exterminado el desorden de aquel pequeño espacio destinado para él, el hambre le comenzó a atormentar, obligandolo a salir rumbo al establecimiento de comida que había visto antes.
Entró al local y el aroma de estofado inundo sus pulmones. Sonrió. Tenía mucha hambre y que su comida favorita estuviera a sólo 6 euros le hizo feliz.
Caminó por la cafetería de paredes amarillas con ventanales grandes. Una señora regordeta con una red en la cabeza impidiéndole a su cabello caer en la comida, le atendió en un mostrador de madera. Ella era pálida, tenía sombra y delineador mal puestos y su labial uva no le ayudaba mucho.
—¿Puedo ayudarte? — preguntó aquella señora con un gafete en su uniforme que tenía grabado el nombre de Martha.
—Hola, ¿podría darme un plato de estofado con arroz por favor?
—Serían seis euros— la dama le sonrió amablemente mientras servía el platillo que había sido pedido.
Louis pagó y, agradecido, caminó hasta la mesa cerca del ventanal, donde observó a la gente pasar mientras saboreaba aquel delicioso platillo.
Se preguntaba tantas cosas sobre su vida en ese lugar y también sobre su roomie, parecía que necesitaría un cambio de cuarto antes de que ese chico lo hiciera explotar con todo su aquelarre.
(...)
Harry se sentó y miró la cama vacía de Louis. Todo ese orden, le ponía los nervios de punta ¿Quién acomodaba su ropa verticalmente? ¿Qué clase de persona usaba un celular sólo para llamar y escuchar música? No le había visto entrar a sus redes sociales desde que el ojiazul llegó, parecía que Louis no tenía interés alguno en la vida social narcisista que él tenía.
Harry tomó su cámara y fotografió el espacio de Louis ¿Por qué? Ni el mismo lo sabía, sólo necesitaba saber porque su compañero era tan raro y diferente a él. Miró la foto en la pantalla de aquel aparato y frunció el ceño. Había algo extraño en aquel chico, algo que no cuadraba, al menos para él.
La puerta de la habitación se abrió y, un poco asustado, Harry casi deja caer la cámara. Louis borró la sonrisa de su rostro y frunció el ceño.
—Espero que lo que sea que estés viendo en tu cámara, no te cause alguna respuesta corporal— el castaño murmuró mirando a Harry con extrañeza. Traía un jugo verde en la mano derecha y en la otra traía un cuaderno desgastado con una pasta de piel color negro. Los audífonos que Louis traía en el cuello dejaban escapar el sonido de aquel cover de la canción Cough Syrup en versión Glee Cast.
—Es una lástima. Me masturbe en tu cama— Louis, que recién tomaba asiento, se levantó rápidamente derramando un poco de jugo verde en el piso.
—¡¿Qué?! ¡Eres un enfermo y un degenerado!— gritó cabreado. Sus ojos miraron la cama y después a Harry que sonreía.
Últimamente le desesperaba que la gente sonriera si el no sabía porque lo hacían. Lo peor es que la mayoría de personas en ese lugar actuaban así.
—Estoy bromeando.
—Idiota.
—Es una pésima versión de Cough Syrup. El cast de Glee no es tan bueno— Harry cambió de tema enseguida.
No le gustaba Glee en absoluto, sólo eran chicos copiando canciones. Otra razón para anotar a Louis en su lista de gente que nunca podría agradarle.
—Déjame adivinar— Louis pausó y simuló pensar. —No te gusta Glee.
—Eres todo un sabio— Harry sonrió hacia él utilizando el sarcasmo en su voz.
—Tu respetas mis gustos. Yo respetaré tu desorden.
Harry rodó los ojos, no había modo de que por un minuto Louis le dejara de molestar con el tema. Ya comenzaba a cansarle y a penas llevaban medio día juntos.
—Hecho.
Bueno, sinceramente estuve un poco bloqueada, pero ya paso. Ahora sólo vengo a decirles que si gustan leer otro fic mío: en mi perfil hay uno que se llama "Después de amarte" es larrie y tiene más capítulos que este (no esta terminada, aún), aunque la redacción me falta corregirla un poco, pero si gustan leerla, votar y comentar; me harían súper feliz.
All the love <3
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Canícula |L.S|
FanficCanícula: período más caluroso del año Sólo estarían juntos un período de tiempo. O eso pensaban. O Donde Harry es utilizado por Louis, pero el ojiazul no quiere nada con él.