Cuatro

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Tu piel era brillante y blanca como la nieve, pero tus mejillas habían
adquirido un leve tono rosa que me gustaba mucho. Sin embargo
cuando intentaste levantarte por ti misma vi como tu rostro se contraía y tus ojos se llenaban de lágrimas haciéndome sentir
culpable.

Saliendo de mi pequeño estado de shock me acerqué a ti y te
pregunte si estabas bien, a lo que me respondiste con un sí. Tu voz
era suave como la seda a la vez que estaba llena de inocencia y
dulzura.

Te dije que te ayudaría a levantarte con cuidado, pero cuando te
toque y te ayude a levantarte una corriente eléctrica a modo de
escalofrió, recorrió gran parte de mi cuerpo y por tu expresión sabía
que habías sentido lo mismo.

Cuando te volví a mirar ya no era lo mismo.

Amor infinito | TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora