Treinta

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En respuesta hiciste un tierno puchero y enterraste tu rostro en mi cuello aun sollozando hasta que por segunda vez te quedaste profundamente dormida entre mis brazos. Me gustaba tu aroma a fresas.

Tomándote en brazos, te lleve hasta tu cama en donde con cuidado te recorte y arrope, parecías tan frágil, pero por dentro eras la mujer más fuerte que había conocido.

Te admiro.

Cuando estaba por salir de la habitación balbuceaste mi nombre entre sueños; y sin poder evitarlo mi corazón se hincho de alegría y sentí que podría contra cualquier cosa cuando de tus labios en un suspiro escapo claramente un te quiero y yo sintiéndome extasiado te respondí de la misma manera y me volví a acercar a ti para darte un beso en la mejilla haciéndote sonreír entre sueños.

Era la sonrisa más bonita que jamás había visto.

Amor infinito | TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora