Cuarenta y dos

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Tus ojos brillaban por la curiosidad que te causo el momento en que nos detuvimos frente a la puerta y yo con dedos temblorosos tomé el pomo y lo gire abriendo la puerta.

Me preguntaste si esa era mi antigua habitación, a lo que te respondí con un leve asentimiento de cabeza; mirabas con suma atención cada cosa que había en el cuarto. Yo solo me senté sobre la cama un poco cohibido con la foto que a pesar del tiempo aún seguía debajo de mi almohada.

Acercándote, me preguntaste que tenía en las manos y sólo fui capaz de enseñarte la vieja foto en blanco y negro sin decir ni una sola palabra. Tus ojos se entristecieron al imaginar quien era aquella mujer que había capturado la cámara.

Recuerdo que tus brazos me rodearon y me abrazarte besando repetidas veces mi mejilla.

Amor infinito | TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora