Setenta y cinco.

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Cuando no tenías que trabajar comenzaste a ir de voluntaria con mis padres a visitar a los niños del hospital de Seattle y cada vez que te iba a buscar, veía como tus ojos brillaban y una hermosa sonrisa se expandía por tu rostro cuando jugabas con los niños y ellos reían contigo, por lo que más de una vez les saque una foto y me sentaba a observarlos.

Amor infinito | TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora