Veinticinco

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No sabía que hacer tratándose de ti, sólo limpie tus lágrimas con mis pulgares y despejando tu rostro respondiste con voz queda: «No soy egoísta, esto lo hago por ti, no por mí. No es egoísmo, es miedo»

Tu respuesta me dejó descolocado, pero no te presione más y sólo te abrace hasta que las puertas de metal volvieron a abrirse, sin embargo sabía que con lo que acababas de decir no me rendiría.

Desde ese día todo poco a poco comenzó a cambiar. Ya no era lo mismo que antes en donde tú te mostrabas petulante e inquebrantable frente a mí.

Todo comenzó a mejorar y me sorprendí cuando me esperaste con helado de vainilla y una película en tu cuarto, por primera vez me sentí cerca de ti, de la verdadera Ana y me gustaba, me gustaba mucho.

Amor infinito | TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora