Capítulo XIV

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—¿Estas bien? Necesito que me respondas —se escuchaba la voz del hombre en la radio. 

En el ducto se encontraba Arlhene con las manos puestas en los oídos, intentando quitarse los gritos de auxilio de aquella mujer. Se encontraba llorando y lamentándose para sus adentros, sin fuerza alguna para avanzar, para seguir arrastrándose. El dolor de sus piernas era incesante; le ardían demasiado, tanto que no quería moverse ni hablar. 

—Necesito saber si estás bien. ¿Puedes oírme? Dame una respuesta.

Trató de calmarse, aunque fuera en vano. Comenzó a arrastrase sin rumbo fijo, el dolor la confundía demasiado. Se arrastró los mas que pudo, pero estaba perdida dentro del ducto. Y ya no tenía fuerzas para seguir y buscar una salida.

—Estoy perdida —susurró por fin, esperando que le ayudaran.

En el cubículo de guardias entró una chica alta de cabello oscuro, se dirigió hacia el ducto y entró en él rápidamente. Con una agilidad llegó al tope; dirigió su vista hacia la izquierda y luego a la derecha. Pudo visualizar claramente a Arlhene que se encontraba inconsciente, se acercó a ella cuidadosamente. 

En el fondo surgió un poco de pena, los chicos eran unos novatos y no merecían eso según ella.

La vio detenidamente y dio un suspiro hondo. Sabía que le dolería, pero no tenía otra opción. La tomó de las piernas, contó de uno hasta tres y la acercó hacia ella, haciendo que Arlhene diera un quejido de dolor. Retrocedió y nuevamente repitió la acción, así lo hizo un par de vez hasta llegar al cruce.

Dejo descansar a Arlhene un poco, debía hacerlo más rápido. Después de un par de segundos la tomó nuevamente, esta vez un poco más fuerte y la arrastró hacia ella. Lo hizo varias veces hasta llegar a la habitación.

En aquel cubilo se encontraba la mitad del equipo de Venesca. Estaba Garret parado con una desesperación que al ver a Arlhene, al instante se acercó y ayudó a la chica de cabello oscuro a sacarla. Dick por inercia ayudó, dejándola cómoda en uno de los escritorios.

Tomó uno de los espráis que llevaba Venesca y lo roseó en las piernas llenas de ronchas y con quemaduras de Arlhene.

—Cylen, trae la caja —dijo Venesca al ver que poco a poco las piernas de Arlhene estaban sanando.

La chica de cabello oscuro asintió sin más, entrando nuevamente al ducto. 

El hombre moreno dedujo que las pruebas habían terminado y que ya era segura la habitación donde se encontraba la caja, por lo que pidió Venesca que fueran por ella, para no perder más tiempo.

Después de unos minutos de que Dick aplicara varias veces el spray, Arlhene despertó rápidamente y levantándose de golpe, empujando a Dick a un lado. El hombre calvo del sur la tomó fuertemente de los brazos; haciendo que se quedará acostada

—Todo está bien. Ya estas con nosotros, no hay problema —dijo tratando de tranquilizarla.

Arlhene aun confundida por lo que había sucedido; no recordaba el lugar en donde se encontraba. No sintió en que momento la sacaron; había sentido los segundos como una eternidad.

—¿Y las otras chicas? —quiso saber a pesar de que sabía perfectamente la respuesta—. Y ¿La caja? Hay que traerla.

—No hay de qué preocuparse —intervino en un tono dulce Garret acercándose a ella—. Ya fueron por ella, solo necesitamos que te recuperes.

A pesar de las palabras de su amigo; Arlhene se sentía muy inquieta. Recordó rápidamente a Brentt, y no lo había visto cerca y tampoco lo miraba, desde su posición.

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