Capítulo II

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(Parte 2)

Rachelle llevaba apenas dos días en la clínica por hacerse una fecundación in vitro, y según los médicos que la atendieron, ella necesitaba estar en observación por lo menos una semana.

Arlhene no puso a discusión la situación de su hermana aunque eso le atormentara demasiado, comió en silencio y cuando estaba lista sin esperar Edric la llevó nuevamente a su establecimiento, el cual ya estaba lleno de sus compañeros.

La joven se despidió de su padre y como era costumbre se dirigió a su clase, en el centro de todos los escritorios donde se encontraba Garret que llevaba ya cinco minutos de estar en la clase.

Después de estar más de diez minutos esperando a que tocaran la campana, el joven miró con detenimiento a su amiga que no se había movido para nada, ni siquiera había empezado algún tema de conversación y para él eso no era muy común; siempre encontraba algo de que conversar.

—Puedo saber qué te pasa —interrogó algo preocupado.

Sin dejar de ver al frente Arlhene negó varias veces con la cabeza antes de hablar.

—Nada. —Esperó un momento antes de voltear, quedando frente a frente a esos ojos avellana de su amigo.

Dudando de lo que iba a decir, jamás le mentía. Ellos nunca se ocultaron algo, eran amigos de la infancia con una gran suerte de nunca ser reubicados de establecimiento.

—Está pasando algo raro, pero nadie dice algo. Tampoco hacen nada —musitó sin estar segura de haberlo dicho a la persona correcta—. ¿Escuchaste las noticias?

—Sobre la infección. Eso es lo que te preocupa.

Garret comenzó a inquietarse, la preocupación de su amiga iba más allá de lo que decía. Pero antes de que pudiera preguntar algo la campana los interrumpió y olvidó completamente la pregunta que había formulado.

—Rachelle, ella es la que me preocupa —admitió Arlhene después de unos segundos de silencio.

Ella sintió que se había quitado un peso de encima, aunque ese peso aún seguía presente; al decirlo no significaba que su hermana estaba a salvo.

—Bien. Veré que hacer pero... —No terminó de hablar y vio a su alrededor.

—¿Qué?

—El profesor no ha venido.

Había transcurrido casi cinco minutos y ningún catedrático llegó a la clase a pesar de que siempre se cumplía con los horarios establecidos.

—Lo ves. Algo raro está ocurriendo —insistió Arlhene intentando convencerle.

El joven sabía perfectamente que desde el problema con sus audífonos todo estaba yendo de mal en peor. Sin embargo no podía preocupar a su amiga contándole lo que le había sucedido el día anterior.

—Lo sé, lo sé pero...

Su conversación fue cortada al momento en que entró la catedrática más exigente del establecimiento. Y todos la seguían con la mirada, miradas que reflejaban miedo, por cualquier cosa que se le ocurriera decir.

—Necesito que todos en orden se dirijan al gimnasio —dijo con un tono tranquilo la profesora mientras todos asintieron sin articular palabra alguna.

Arlhene tomó del brazo a Garret, intentando no separarse de él, por lo que él la miró sorprendido por tal acción. Arlhene siguió en su trance buscando con la mirada a sus demás amigos; al ubicarlos le pareció que estaban completamente tranquilos y no reflejaban ni una pizca de preocupación.

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