Capítulo XVI

10 2 0
                                    


Todos los intentos fueron en vano. Y Dick sentía que en cada intento, su pie sería arrancado. El dolor le era insoportable, y por más que pensara era definitivo que estaban perdiendo el tiempo al quedarse. Su pie lo perdería y ya no podría caminar.

Recordó nuevamente las palabras de Venesca. «Debes cumplir la misión » dio un suspiro profundo «Eso será imposible» pensó al instante.

—No hay tiempo que perder —admitió Dick después de pensarlo—. Deben dejarme. No podré caminar.

Rich dudó al escucharle, a pesar de que molestaba las inmadureces del joven, sabía que era uno de los que buscaba solución a todo, y que resolvía rápidamente lo que se debía hacer. Sabía que si en algún momento hubiese trabajado para la ciudad, seria parte del equipo de inteligencia.

Negó con la cabeza al pensar todo lo demás. Sin embargo no sabía cómo ayudarle a salir de esa situación y si Dick no tenía una solución mucho menos la tenía él.

El niño que solo se mantenía viéndoles fijamente sin decir una sola palabra, se soltó de las manos del médico lentamente, acercándose a Dick y le sonrió con cariño y acto seguido se retractó, enarcando su ceja derecha.

—No te quedaras aunque quisieras.

Dick lo vio dubitativo, no comprendía lo que decía; él en ningún momento quiso quedarse. Era la única opción que encontraba.

—Si hay botones para cerrarlas, hay botones para abrirlas —dijo serio el pequeño niño de ojos grandes.

—Sí —aceptó Rich—. Pero los botones están dentro no fuera.

El pequeño niño estaba retando a Rich, y eso a él no le gustaba para nada.

—Lo sé. Pero por el pie de Dick no está cerrado por completo.

Rich lo vio molesto; eso ya lo sabía él, pero no podía meter la mano.

—No tenemos manos pequeñas.

—No. Tu no, pero yo sí. Yo si las tengo —dijo desafiante el niño mostrando sus pequeñas y delgadas manos.

Caminó lentamente hacia la pared como si nadie estuviese buscándoles, como si tuviesen mucho tiempo, lentamente introdujo su mano, y con delicadeza buscó un ladrillo y acto seguido lo apretó. En un segundo se abrieron lentamente las paredes del callejón.

Dick sintió un gran alivio, quedando recostado en el asfalto. A pesar de que ya no sentía la presión de las paredes, aun sentía un gran dolor en el pie; que hacía que no pudiera moverlo.

Intentó ponerse de pie, pero le fue imposible; el tobillo le dolía demasiado. Al ver la situación Garret sin dudarlo le ayudó.

Con mucho cuidado le puso de pie, tratando de no apoyar el pie de Dick en el suelo. Era más que seguro que no podrían avanzar.

Rich al ver la situación no dudo en consultar la hora, percatándose de que estaban a punto de llegar los agentes de seguridad.

—No podremos llegar así —dijo Anmi que ahora tenía más deseos de llegar que ayudar a los demás.

—Lo siento, las medicinas las perdimos cuando nos atacaron —admitió el médico—. Pero podemos vendarle el tobillo.

Sin pensarlo el médico tomó sin permiso un pedazo de la remera de Aidan que era único que estaba cerca del niño.

Se acercó hacia Dick, que sin ningún aviso le agarró el tobillo, y jalando fuerte para colocarlo nuevamente en su lugar. Haciendo que el chico se quejara por el dolor que le produjo. Y con gran habilidad se la vendó con el pedazo de tela que había arrancado.

TeoríasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora