Capítulo IX

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En una de las calles más oscuras de la ciudad, se encontraba todos los jóvenes siguiéndole el paso al hombre más apático que habían conocido hasta ese momento.

Arlhene apretó el paso para alcanzar a Rich y Jalde, vio de reojo a Rich que frunció el ceño al verla pero no dijo nada; Jalde en cambio le regaló una sonrisa, después de todo tenían que soportarse los unos a los otros y no perdían nada con hacerse amigos.

—¿Cómo es que hay médicos de parte nuestra? —preguntó de repente.

Hubo un silencio incomodo que los invadió ante la pregunta, pero Arlhene seguía esperando una respuesta de cualquiera de los dos guías.

—Ellos decidieron ser parte del grupo de médicos para poder socorrernos, y se infiltraron de diferentes formas en todos los hospitales —respondió Jalde al notar que Rich simplemente ignoró la pregunta acelerando más el paso—. De todos ellos diez pudieron pasar desapercibidos, a los demás los mataron cuando se enteraron que había infiltrados.

La joven asintió con un poco de pena, no sabía que la seguridad de la ciudad no tuviera ni una pizca de piedad. Sin embargo ella necesitaba saber más que eso.

En el fondo tenía mucha curiosidad de saber cada cosa de los grupos donde se encontraban, cómo se conocieron, dónde los encontraría y si en realidad los estaban ayudando, si los iba seguir tenía que saber todo a detalle.

—¿Cómo nos uniremos a los demás grupos?

—En estos momentos, es lo que menos importa —Esta vez fue la voz de Rich la que se escuchó y como siempre en tono molesto.

Aunque Rich ya lo tenía todo planeado, simplemente le molestaba que le preguntara lo que se haría. Él tenía sus planes, él las ejecutaba, nadie protestaba.

Arlhene presentía que Rich no le agradaba ninguno de ellos, tal vez un poco Brentt que era el único que comprendía los planes de los tres y, que al parecer fue al único al que le insistió en su decisión, a pesar de ello debía ganarse su confianza o no serían un buen equipo.

Por ese motivo no dijo palabra alguna, se dedicó a seguirlo y se prometió mentalmente, no volver a preguntar demasiado, como era costumbre.

Rich caminó dando grandes zancadas, dirigiéndose a una de los lugares más desolados de la ciudad, había conseguido una casa en ese lugar perfecta para reunirse con otros dos grupos de la red, uno de ellos ya estaban en camino. El otro era el que tenía la casa, por ese motivo la consiguieron rápido.

Aidan que estaba más que asustado se acercó de manera sigilosa a Rich viéndolo de reojo.

—Y si son malos, y si nos traicionan.

Rich lo miró de reojo y su mandíbula se tensó en ese instante, apretó su mano tratando de mantenerla firme y no golpear al joven.

—No. Nosotros no somos iguales a su grupito.

Aidan abrió la boca quería decir algo porque se sentía ofendido, sin embargo no dijo nada. Siguió caminando en compañía de Arlhene que solo le devolvió una sonrisa, ellos casi nunca hablaban; más bien solo eran conocidos, solo tenían a un amigo en común y ese era el mejor jugador de futbol.

En cierta parte las dudas de Aidan eran ciertas, pero nadie le tomó importancia. A nadie le importaban las dudas de la persona más torpe del colegio y eso era una desventaja, solo les preocupaba llegar a la casa del otro grupo el cual, según sus actualizaciones ya sabían cuál era el virus.

Al llegar solo tendrían que ayudar a resolverlo, y de paso encontrar la ansiosa salida de este mundo. Que muy probablemente la encontrarían mientras resolvían el virus.

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