Capítulo VIII

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(Parte 2)

—¿Aidan? —preguntó Sara que se encontraba cerca de la puerta, al instante sonrió.

Creían que no habían salido del incidente y ya los daban por muertos. Pero Aidan se veía animado y los demás solo se limitaron a darle una sonrisa fingida.

De pronto entraron Mason y Jalde con una sonrisa de oreja a oreja, no se esperaban que ellos estuvieran en medio de una discusión.

—¿Nos extrañaron? —preguntó de forma bromista Jalde.

Ella esperaba alguna reacción de ellos al verlos de nuevo, pero no, ellos estaban envueltos en sus pensamientos de ira. Y Jalde no tardó demasiado en darse cuenta de lo ocurrido, haciendo que se corrigiera de su actitud inicial.

—¿Y Garret? —quiso saber Arlhene obviando la pregunta de Jalde, viendo hacia la puerta.

—Ya está en camino, no te preocupes. —Fue lo único que respondió Jalde.

Al ver la expresión de Rich que era señal de que no había más tiempo de buenos saludos y de explicaciones. Dejó de sonreír e intentó ayudar al hombre serio que estaba apuntó de terminar de empacar, así podrían irse lo antes posible del lugar.

—Es hora de irnos —dijo Rich después de un largo silencio, luego se dirigió a Brentt— deberías pensar en qué harás, porque no tenemos todo el tiempo para esperarte.

Todos se quedaron callados, cada uno tenía a sus amigos y no los podían dejar; Brentt no las quería dejar, eso era evidente, pero también quería saber que iba suceder con el virus y si era cierto sobre los demás mundos.

—Deberíamos estar unidos —balbuceó Sara al ver que Brentt no sabía qué hacer.

—No hay más que decir, no nos acompañarán —dijo Rich tomando tres mochilas y dándole una a Jalde que contenía algunas provisiones.

Brentt estaba molesto, Rich siempre se quería salir con la suya y esta vez no era la excepción. Aunque que más podían hacer, eran unos adolescentes que se escaparon del colegio nada más; ya no tenían a donde ir ni a quien seguir, no tenían donde quedarse ni en que creer.

Era como si ya no tuviesen identidad, se habían convertido en nadie. Y eso les hacía sentir temor, temor de quedar en un limbo, sin poder hacer nada para salvarse.

—Acaso no somos un equipo, todos deberíamos ir juntos a menos que todos digan lo contario —dijo Garret acercándose desde el fondo de la casa.

Arlhene lo miró asombrada y rápidamente formó una sonrisa de emoción, corrió a abrazarle; Garret le correspondió el abrazo y al instante le dio un beso en la frente como su saludo.

Todos en la habitación lo vieron como a un extraño y sorprendidos, se suponía que no estaba en la casa.

—Y tú ¿Cómo entraste? —preguntó curioso Rich, sin embargo aún no se le quitaba el enojo.

—De la puerta de atrás —respondió de manera tranquila.

Luego señaló de donde vino como si no se hubieran dado cuenta de ello, y Sara abrió sus ojos de manera exagerada. Algo andaba mal, ninguno se había percatado que había una puerta trasera.

—Estaba abierta, pero no se preocupen, ya la cerré, y por cierto ¿Dónde están las embarazadas?

Garret intentó explicarles, algo que le parecía gracioso, sin percatarse que todos estaban enfadados por la decisión de Rich.

—¡Escaparon! —gritó al instante Adrett sin pensarlo.

Rich frunció el ceño, ya estaba cansado de esos problemas, se estaban alejando demasiado de su verdadero problema. Y lo único que a su carga le importaba era que si las mujeres habían escapado.

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