XII

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Johnny estaba a punto de aprender el cómo dividir la mirada en dos. Mantenía fija la vista en los dos osos que tenía al frente, el líder, terminándose de sacar las púas que Ash le clavó en la cara y el otro sacándoselas de las patas, pero la alternaba también hacia Ash, quien estaba con los puños apretados y una sonrisa.

«¿Esto la emociona?»

No podía entender cómo estar contra dos osos que la superaban claramente en fuerza, tamaño y peso la emocionaba. Peor aún. Si uno de ellos dos le llegaba a dar un solo golpe, podrían noquearla... o peor. «Debo protegerla.» Dio un paso adelante, colocando a Ash tras su espalda, sin bajar su posición de guardia. Le molestaba el zarpazo en la mejilla para hablar.

—¿Qué haces aquí? —repitió, esta vez usó un tono más serio, quería una respuesta clara; bueno, el más serio que pudo conseguir. La verdad era que le aterraba que ella saliera lastimada.

Ella frunció el ceño aún más, parecía enojada.

—Ya te lo dije, vengo a echarte una pata —gruñó.

—¿Cómo sabías que estabas aquí? ¿Por qué justo ahora?

—Tu celular —dijo Ash—, lo dejaste en casa y vine a traértelo. —A Johnny le causó una rara sensación en el pecho la forma en que ella dijo «casa»; no «mi casa», sino «casa», asumiendo que él siempre pasaba por allí. Sacudió la cabeza, no era tiempo para eso—. Además —añadió, un poco apenada—, yo... este, miré sin querer un mensaje.

—¿¡Cómo!? —se sorprendió él, sintió como el sudor le perlaba la frente bajo el pelaje y las gotitas de sangre recorrerle la mejilla. Si Ash revisó su celular sabe que esto que pasa es por su padre, y tarde o temprano se enteraría quién era. No sabía cómo reaccionaría a ello.

—¡Fue sin querer! —aclaró, como si Johnny se fuera a enojar por ello. No podía hacerlo, porque en primera instancia fue él quien dejó el móvil—. Yo solo...

—Está bien —dijo, conciliador—, no te preocupes por ello, Ash. —Suspiró, los osos terminaron de quitarse todas las púas y caminaban hacia ellos—. Ahora, vete —pidió.

—¿Qué? —De verdad parecía sorprendida por lo que dijo. ¿En serio pensaba que iba a meterla en ese problema? No. No podía—. ¿Piensas que me iré? Ni creas, Johnny.

Él dejó escapar aire, cuadrándose por completo, esperando que tantos años de ejercicio y tener una rutina en el gimnasio dieran sus frutos, consciente de que de nada serviría tratar de hacerla entrar en razón. Ella sonrió con suficiencia, notando que logró ganarle.

El oso líder trotó hasta ellos, específicamente hacia Ash, con ambas patas estiradas en un claro gesto para tomarla. Johnny tacleó al oso, haciendo que se tambaleara, este lanzó un golpe que Johnny pudo evadir, pero este al escuchar un rugido a su espalda, giró la vista para ver. Pasaron dos cosas al mismo tiempo; la primera fue ver que el otro oso también fue a por Ash, pero ella soltó unas púas, clavándoselas en el rostro; la segunda, que el líder de los osos le conectó a Johnny un golpe al costado, sacándole el aire y haciéndolo tambalear un poco.

El golpe en la costilla le hizo casi imposible respirar, y al hacerlo sentía agujas en el sitio, pero nada de eso le importó cuando vio que el otro oso, el del ojo con una pequeña cicatriz, sin importar las púas que tenía en el rostro, aún cargaba contra Ash. Johnny como pudo dio pasos largos hasta ella y se puso entre ambos justo en el momento exacto en que el animal dejaba caer el brazo, dándole un puñetazo en el rostro.

Mareado por el golpe, logró conectarle dos golpes a la vez que aspiraba un poquito de aire, tratando de ignorar el punzante dolor en la zona. El oso perdió el aire cuando le dio uno al estómago y lo hizo doblarse sobre sí mismo, cayendo de rodillas; eso no lo detendría, pero al menos le daría tiempo.

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