XIV

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Desde hace un día ambos habían tomado caminos separados. Continuaban viéndose como la pareja que eran... pareja, se sentía extrañamente feliz al pensar en ella como su pareja; sin embargo, cuando faltaba una semana para que comenzara la lucha entre todos para conseguir la firma con Fur Record, por mutuo acuerdo, decidieron no hablar de sus números al momento de verse. Tampoco es que tuvieran muchas salidas, Ash al contrario de muchas chicas prefería en lugar de una salida al cine, por un helado o algo que considerara romántico (aconsejado por Rosita), una ida a su casa a tocar la guitarra, o algo remotamente opuesto al romanticismo común.

Y a Johnny le gustaba así.

De cierta forma eso la hacía aún más especial para él.

Y como ella era especial, se merecía una competencia especial. Fue lo primero que acordaron antes de «separarse»:

—Ni se te ocurra pensar que porque te quiero seré blanda contigo —le había dicho Ash en la sala de su departamento cuando ambos habían aceptado los acuerdos de no contar nada del número al otro. Aún lo hacía sentir atontado el oírla expresar cariño—. Más te vale que seas igual de fuerte que siempre. No quiero que hagas un mal número para dejarme ganar, porque si lo haces te dejo.

Johnny había reído y asentido, levantando la mano, prometiendo que no se la iba a poner fácil a ella tampoco.

Y es lo menos que se merecía después de todo, iba a hacerle difícil la competencia. Tenía que sacar a su padre y la única manera de hacerlo era ganando. Amaba mucho a Ash, pero su padre es su padre. Además, en el caso de que ella perdiera, no perdería mucho al final, porque él se encargaría de hacer colaboraciones para hacerla conocida.

Tenía los números ya decididos desde que salió de la visita con su padre en la cual estuvo demasiado tenso, tanto por cómo reaccionó Marcus con él, como por la manera en que tanto Ash y él tenían ese... ¿espíritu? No sabía definirlo bien; carácter parecía más apropiado. Había decidido desde que le había tocado Ash como compañera, cantar I'm still standing, pero la cambió por otra. El segundo número fue aún más fácil de escoger, solo le bastó mirar la calma con la que ella hablaba con su padre para decidirlo.

Sería grandioso.

Ganaría sin lugar a dudas.

Ash le había prestado la guitarra para que ensayara en su casa, y ya que mañana podría tocar el piano sin molestias, la tomó y buscó las partituras de la canción de su número extra, era sentimental, mucho, aunque no dejaba de ser rock. Calificaba. «Seis días», pensó, pasando los dedos por las cuerdas.

Colocó la partitura en el suelo, sentado en el mismo colocó su móvil y reprodujo la canción, empezando a tocarla al tiempo. Esa era una de las maneras más efectivas de aprender, según Ash, haciendo covers al tiempo que la música original sonaba y se veían las partituras.

Aunque aún le seguía costando, era menos que ayer. En estos seis días la perfeccionaría. Cuando comenzó la cantada, no pudo evitar cantarla también...

I'm not a perfect person...



El tema era tan... para ellos. La canción tenía un ritmo pegadizo y la incitaba sí o sí a bailar, y para ambos era perfecta. La música recorría cada fibra de Rosita y la hacía sentirse como una adolescente de nuevo, y eso era lograr casi milagros; en Gunter, bueno, ¿qué canción no sacaba lo bailarín de Gunter? Rosita creía... no, tenía por seguro que él era de los animales que se bailaban el himno si los dejaban.

Los pasos eran seguros y bien pulidos, sin errores de ninguno de los dos, aunque el baile de ese tipo de ritmo era más bien libre. La coreografía de ellos mezclaba pasos que en lugar de sentirlos como, valga la redundancia, pasos, los sentían como si se estuvieran divirtiendo. ¿Y no es ese el motivo de la música y el baile?, pensó, el que todos se diviertan con ello y se liberen.

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