Your Last First Kiss || H.S.

43.

Arreglo mi cabello una vez más, en unos minutos Liam estará en la puerta de mi casa para poder ir a comer, y si, estoy emocionada porque esto significa un nuevo comienzo... sin Harry en el, solo aclaremos. Mi mamá no estaba tan convencida con eso de que saliera con un chico tan pronto y es entendible que piense así viendo cómo hace unas semanas jugaron conmigo.

Mi celular vibra en el bolsillo de mi pantalón y lo saco viendo el mensaje de "estoy llegando" sonrío inconscientemente y bajo corriendo las escaleras, me asomo por la ventana notando un coche desconocido estacionado frente a la casa, veo que Liam sale de ahí sin notar que lo estoy viendo ya que saca su celular y teclea algo, inmediatamente me llega un mensaje pero decido solo salir de mi casa, está completamente ajeno a mi presencia hasta que guarda su celular y alza la mirada, una sincera sonrisa se instala en sus labios.

—Hola— saludo acercándome a él, noto sus intenciones de saludarme de beso por lo que me pongo de puntitas para alcanzar su mejilla y posar mis labios ahí de forma rápida.

—Hola— sus ojos inspeccionan mi vestimenta unos segundos—. Me gusta como te ves hoy.

—Gracias— me adelanto al carro sabiendo que mis mejillas están rojas, su mano llega antes y abre la puerta para mi, agradezco en un murmuro y me subo al coche.

Después de unos minutos de conversación trivial, me recargo en la ventanilla observando el paisaje. Sin quererlo mis sentidos buscan ese olor tan peculiar que tiene el carro de Harry, la textura de sus asientos y más aún, su mano sosteniendo la mía, intento no reírme de lo absurda que soy, a este punto ya debería haberlo olvidado pero no, soy tan masoquista que espero su perdón, se muy bien que está es la vida real, que si alguien te hace daño a propósito es porque no te quiere, que no le importará y no intentará arreglarlo.

—¿Y este coche?

—Me lo acaba de regalar mi papá— dice y por su sonrisa se que esta muy feliz por eso.

Es un carro sencillo, gris y con asientos de tela, nada extraordinario pero con un toque cálido, tal vez es por el simple hecho de ser de Liam.

—Me gusta, como quisiera tener un auto pero ni siquiera sé manejar— río sola de mi propio chiste y el castaño se une a mí.

—Podría enseñarte.

—Gracias pero prefiero no hacerlo, mi mamá no se arriesgaría a que yo le pusiera las manos a su carro.

—Entonces en el mío— carcajeo un poco negando con la cabeza.

—En serio gracias, eres muy lindo pero sería peor si estrellara tu coche.

Seguimos hablando del tema, el insistiendo en que lo haré y bien y yo un poco abrumada por tanta confianza depositada en mi, por lo que se o más bien, por Harry, se que a los hombres no les agrada mucho la idea de prestar su carro y menos para improvisadas clases de manejo; después de unos minutos llegamos a un restaurante pequeño pero bonito, con decoraciones delicadas y finas, me alegro mucho de que esta cita no haya sido algo muy formal; el restaurante se llama pizza y arte y por cómo se ve, se nota que la comida está muy buena ya que debemos hacer una fila para poder entrar, no me quejo, máximo duramos cinco minutos y Liam asegura que aunque tardáramos una hora valdría la pena.

Liam solo me pregunta si me gustan los mariscos al momento de ordenar y yo digo que sí, así que pide una pizza extrañamente llamada Van Gogh, cuando nos la traen frunzo el ceño al verla con camarones, una extraña combinación pero que estoy dispuesta a probar, se ve deliciosa.

—Ya casi es el cumple de Dani— menciono intentando romper el hielo, un poco nerviosa miro de nuevo la pizza, odio comer tanto en estos momentos.