El hombre secreto

345 32 13
                                    




—Ya es demasiado tarde NamJoon, es mejor irnos de una vez la cafetería cierra a las ocho.—dijo el mayor mientras palmera la muñeca del moreno para que este se preparara.

—Claro.

Hace más de diez minutos que el moreno solo se había hundido en la lista de reproducción mientras que el mayor solo lo observaba. Le parecía algo tierno las expresiones del joven que este tenía cada vez que escuchaba una nueva canción.

Ahora ya se encontraba oscuro afuera de la cafetería, el peli plateado suponía que ya eran alrededor de la siete con cuarenta o incluso más, y no tardarían en cerrar el local. Ambos tomaron su pertenecías y bajaron a la primera planta del local para pagar por lo consumido, en ese momento NamJoon ofreció su dinero para pagar a lo cual el peli playa se negó enseguida y pago con su tarjeta de crédito. Salieron afuera del lugar y NamJoon se percató que tan tarde era ya, suspiró y miro su (ahora) nuevo celular. Ocho en punto. Vaya que si se les había hecho tarde, terminaría llegando bastante noche a su casa.

—Es muy tarde, necesito regresar a casa rápido.—dijo el peli morado al mayor quien enseguida se dio la vuelta.

—Puedo llevarte a tu casa. —respondió de forma amable.

–¡Oh no! —negó el moreno poniendo las manos al frente y moviéndolas precipitadamente de un lado a otro—Yo no lo decía para que me llevase, puedo tomar el transporte público.

—Vamos Nam, no lo estoy asiendo por obligación. Es mi voluntad y quiero hacerlo, puedes tomarlo como agradecimiento por pasar la tarde conmigo, me divertí mucho hoy.

Después de aquello el moreno accedió a que este lo llevasen hasta su casa, pues si bien ya le había salvado, comprado y regalado muchas cosas, negarle el viaje no cambiaría lo anterior. Simplemente Nam se dejó guiar por Lowis hasta el estacionamiento de la universidad, que la verdad, para NamJoon era la primera vez que está en ese lugar pues considerando que el ni siquiera una bicicleta poseía, su estancia en aquel lugar era inútil.

Se acercaron hasta una de las cocheras personales que se encontraban dentro del estacionamiento y con el detector de huella digital la cortina se levanto poco a poco dejando ver dentro de ella un hermoso auto de lujo, incluso podría deducir el moreno que su valor era aún más del tripe de lo que llegaría a valer el edificio entero en el que se alojaba.

—Es un poco... llamativo su automóvil —susurró casi inaudible el moreno mientras se detenía frente al coche color negro.

—Claro, también es un modelo bastante actual, con uno que funcionará bien me bastaba pero... —suspiró mientras quitaba el sistema de seguridad del automóvil y metía su maletín del lado del conductor en la parte trasera y su abrigo que traía puesto—. Un regalo de mi hijo —finalizó.

—Ha, su hijo... espere, ¿me escucho? —decía NamJoon impresionado por la buena capacidad auditiva del mayor.

—Pues claro que si, estoy viejo pero no tanto joven NamJoon. —bufo seguido de una leve risita muy peculiar de él—. Sube al coche muchacho.

El moreno acató la orden del mayor y decidido rodeó el auto abriendo la puerta trasera del copiloto.

—Na, ah, ah —decía mientras movía su dedo de un lado a otro—. En el asiento del copiloto pequeño.

—¿Está bien?

—Claro que si, apresúrate que se nos hace más tarde.

Ambos subieron al automóvil y salieron del estacionamiento rumbo a casa del menor. NamJoon señaló y mencionó las calles por las que el mayor debía manejar para llegar, dado que este manejaba un auto rápido y combinado con una vía de tránsito vacía, el viaje a casa del chico no tardó mas que unos minutos. El lugar era un barrio bastante humilde, frente a los edificios comunitarios, porque si, en aquellos departamentos, a pesar de que las habitaciones eran bastantes pequeñas, la gran mayoría era habitada por numerosos familias, que si bien no vivían mal, no era el lugar adecuado para un puñado de personas superior a cinco.
El mayor estacionó el coche frente a la acera del edifico donde NamJoon rentaba. Humilde, sencillo y ¿cómodo? eran las tres palabras perfectas con las que podíamos describir el lugar.
El edificio contaba con veinte pisos y en cada separación parecía que había un pequeño espacio para un diminuto jardín.

TERRANOVA -[Gay/Yaoi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora