Capítulo 7

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— ¿¡Le dijiste que no!? — exclamó Hinata casi con un grito cubierto de sorpresa e incredulidad. Tsukishima hizo una dolorosa mueca como respuesta y Yamaguchi, quien también se encontraba en la sala de estar, se limitó a sonreír con más culpa que diversión mientras trataba de encogerse discretamente de hombros como disculpa — ¿¡Cómo es posible!? — volvió a gritar, el rubio estuvo seguro de que este había sido más fuerte que él anterior y otra mueca, una todavía más dolorosa, se formó en su rostro.

El pelirrojo resopló, se levantó de su asiento y comenzó a caminar en círculos mientras soltaba murmullos y exclamaciones para sí mismo, deteniéndose solo unos segundos para lanzarle una mirada incrédula. Parecía estarse tomando esto demasiado en serio y personal.

Tsukishima suspiró con cansancio y resignación ¿Que pasaba con este chico? Parecía tan inusualmente tranquilo un momento atrás, debió suponer que algo así podría suceder — ¿Por qué lo trajiste contigo?

— Lo siento, Tsukki — se disculpó Yamaguchi, estaba molesto por esta ruidosa escena, pero la culpa en los ojos del pecoso siempre le pareció agradablemente dulce y podía perdonarlo con más facilidad de la de siempre habría querido — Estaba de visita cuando llamaste, supo lo de tu hospitalización e insistió mucho en venir a verte — los ojos del moreno se dirigieron hacia el aún incrédulo pelirrojo y se acercó a él para susurrarle con toda discreción posible — ¿Recuerdas lo que ocurrió la última vez que alguien lo contradijo? En su estado Hinata es...es ya sabes, más sensible.

Sonrió ¿Que si lo recordaba? Tenía una fotografía de ello, era uno de los recuerdos más agradables que conservaba en su memoria. Habían pasado cuatro años de aquello, pero lo recordaba tan alegre y vívidamente como si estuviera sucediendo frente a sus ojos en este momento exacto. Aquella vez, Kageyama se negó a llevar a Hinata a su próximo partido fuera de la ciudad debido a su tan avanzado estado de embarazo y no cambió de opinión sin importar cuan ruidoso e insistente fue el pelirrojo. El resultado; Kageyama fue echado de casa por casi una semana. La expresión de su rostro aún permanecía inmortalizada en una fotografía que Tsukishima poseía y que adoraba restregarle en la cara en sus reuniones anuales.

Jamás imaginó que estaría tan agradecido de conocer a Kageyama o de formar parte de su círculo de amigos.

— Hinata ¿Quieres algunos dulces? — el aludido volteó aún con el ceño fruncido, este chico estaba haciendo una exageración de la situación, pero tenía la impresión de que podría volverse más problemático si se atrevía a mencionarlo — Puedes comerte el pastel que dejé en la nevera.

Hinata parpadeó, una sonrisa pequeña ensanchándose en su rostro, los ojos brillándole como los de un niño — ¿De verdad puedo? — Tsukishima agitó la mano en una despreocupada señal afirmativa, le dolía, pero el rubio no podría comérselo de todos modos. Eso fue más que suficiente para Hinata, quien de inmediato y sin decir nada más desapareció dentro de la cocina.

Entonces las dos únicas personas en la sala soltaron un pesado suspiro — Los embarazados son complicados y a veces muy difíciles de tratar — murmuró Yamaguchi en medio de una risa nerviosa. Tsukishima lo miró con el ceño fruncido, esperaba que no estuviera tratando de insinuar qué él podría estar actuando de esa forma en el futuro. Tenía todo bajo control ahora. Hinata tenía que ser un caso especial ¿Verdad? — Pero creo que tú vas a hacerlo genial...estoy seguro de eso.

Ruptura [Editado]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora