Capítulo 17

1.4K 128 136
                                    

>3< Actualización >3<

.

.

***************

— ¿Qué? — Tsukishima abrió repentinamente los ojos y observó con confusión y aturdimiento el blanco techo de la habitación. Sus recuerdos volviendo como una tranquila corriente de pensamientos. Se levantó hasta quedar sentado. Miró hacia los lados, nada estaba fuera de lugar. Comenzaba a acostumbrarse nuevamente a ese departamento, comenzaba a volver a él aquel perdido sentimiento de familiaridad, pero aún no — Aun no...— Se acarició el vientre con una mano y buscó perezosamente el reloj. Sonrió, su pequeña hija parecía un poco más inquieta de costumbre — Diez minutos más...es casi la hora de la medicina de papá ¿Por eso estás tan inquieta? ¿Tratabas de avisarme? — recibió un suave estimulo contra la palma, como una respuesta, el rubio no pudo evitar reír suavemente, estaba feliz, sin embargo persistía un extraño sentimiento en su pecho. 

Acababa de tener un sueño que había traído consigo lejanas emociones a las que creyó haber dejado tras y no estaba seguro de cómo debía sentirse.

Alejó cualquier pensamiento agitando la cabeza, decidió que era momento de levantarse y se dirigió a la cocina para poner a calentar un poco de sopa, era importante que Kuroo comiera algo antes de tomar su medicamento, el médico fue muy claro en ese detalle. Dejó la olla que había preparado horas atrás, en el fuego y volvió a la habitación del moreno, necesitaba comprobar su estado. Le preocupaba, su fiebre no había bajado en toda la noche y tampoco lo había hecho en la mañana. Abrió la puerta cuidadosamente. Él dormía tranquilamente, su respiración parecía un poco menos dificultosa, sin embargo su aspecto no había cambiado demasiado; le colocó el termómetro y mientras esperaba cambió el agua del recipiente y volvió a pasarle el paño por el rostro y cuello, limpiando las pequeñas perlas de sudor que le cubrían la piel.

Su piel aún irradiaba un intenso calor, le apretó la mano, el moreno ni siquiera se inmutó — Treinta y ocho grados — murmuró con alivio, esto era una buena señal, su temperatura estaba bajando, sin embargo no podía bajar la guardia. La fiebre podía llegar a ser caprichosa, especialmente la que atacaba a Kuroo.

Volvió a la cocina y sirvió un pequeño tazón de sopa y un vaso de jugo sobre una charola donde también colocó las medicinas que el moreno debía tomar. Esperaba que al menos en esta ocasión él fuera capaz de tomar al menos la mitad de sus alimentos; la última vez casi tuvo que forzarlo a probar un poco, mientras lo escuchaba alegar insistentemente que su garganta dolía como el infierno y agitaba la cabeza para indicarle su rechazo.

Suspiró. A veces podía comportarse como un gran bebé, sin embargo también podía imaginar que era lo que Kuroo podría pretender con ese acto; no quería preocuparlo.

— Ese tonto — susurró con una sonrisa, no tenía que hacer esto.

Jadeó y su cuerpo pegó un respingo antes de que pudiera comenzar a avanzar. Alguien repentinamente llamaba al timbre, Tsukishima se aproximó a la puerta después de abandonar la charola sobre la mesa ¿Un repartidor? ¿La oficina? Para su sorpresa, se trataba de la madre de Kuroo. La encargada del servicio la había llamado inmediatamente se enteró de la condición del moreno, parecía que era muy leal a ella. Lo cierto era que siempre tuvo la impresión de que a esa mujer tampoco le agradaba mucho. Se había preguntado cuando aparecería y ahí estaba, veinticuatro horas después. Pensó sarcásticamente que se trataba de una excelente madre.

Tsukishima reprimió el impulso de poner los ojos en blanco. La mirada de desdén con la que ella lo recibió fue tan típica que ni siquiera le afectó, ese se había transformado en algo similar a un saludo habitual de ella para él. Era casi una tradición. Lo que si le molestó fue la soberbia sonrisa que se formó en los labios de aquella mujer un segundo antes de apartarlo de la puerta y entrar al departamento.

Ruptura [Editado]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora