Capítulo 19

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— Kei...— Kuroo lo llamó con suavidad, la distancia que los separaba era de tan solo unos cuantos metros, no debería haber sido difícil escucharlo, sin embargo él no respondió — Kei — volvió a llamarlo. Fue un nuevo fracasa que inquietó un poco al moreno ¿Él estaba bien? Desde su posición fue capaz de notar que él tenía la mirada fija sobre sus manos, había sido así ya por un muy largo instante y parecía...parecía tan carente de todo que comenzó a asustarlo — Kei — volvió a llamarle, él estaba ausente, perdido, parecía frágil, parecía pequeño y se le apretó el corazón — ¡Kei! — gritó esta vez, entonces el rubio alzó suavemente la cabeza y lo miró; estaba ¿Llorando?

— ¿Si? 

— Mi amor ¿Está todo bien? ¿Porque...porque estás llorando? — Kei parpadeó, entonces vio la luz volver lentamente a sus iris, solo un poco, y notó a la solitaria lágrima que se deslizaba por su mejilla caer sobre la mesa en la que se encontraba sentado antes de que él limpiara sus restos con el dorso de una de sus manos, había algo que no estaba bien, él no era así — ¿Pasa algo? Sabes que puedes decirme lo que sea....habla conmigo ¿Si? No importa lo que sea voy a escucharte.

Kei negó con la cabeza, se veía más delgado y un poco más pálido de lo normal. No estaba comiendo apropiadamente últimamente, esto quizá era su culpa, desde que volvió a casa hace una semana del hospital él se había dedicado a cuidarlo todo el tiempo y a duras penas tenía tiempo suficiente para descansar, sin embargo Kuroo sentía que podría tratarse de algo distinto — Es solo dolor de cabeza — se palmeó las mejillas con ambas manos y le regaló una sonrisa algo cansada que no cambió demasiado su triste expresión — ¿Necesitabas algo? ¿Quieres que te sirva un poco de té?

— Ah...no, me preguntaba si podrías pasarme el libro que está sobre la repisa, el otro día dijiste que era muy bueno y pensaba que podría intentar leerlo también.

— Claro...

Kuroo lo observó acercarse a pasos lentos, sus ojos siguieron cada uno de sus movimientos, cada pequeño y fugaz gesto, y no perdieron de vista la melancolía en su mirada; definitivamente estaba más delgado y mucho más pálido, su semblante parecía más cansado y frágil, como una hoja de cristal que podría romperse con tan solo una suave brisa ¿Que pasaba con él? Kei afirmaba que sufría de constantes dolores de cabeza, sin embargo se negaba a ir a un médico o a admitir que uno viniera verlo y cada día que pasaba su comportamiento solo empeoraba.

No le gustaba, le preocupaba, le asustaba...dolía.

— ¡Hey! — tomó la mano de Kei cuando este la extendió para entregarle el libro y besó su dorso — ¿Tomaste algo ya? Entre mis medicinas tengo algo que podría aliviar tu dolor, funcionan muy bien conmigo — volvió a besarlo, su piel era inusualmente fría últimamente, como si el calor se hubiera esfumado de su cuerpo repentinamente y Kuroo la acunó gentilmente entre las suyas, buscando ofrecerle un poco del suyo. Todo si era necesario.

— Gracias, pero acabo de tomar algo, estaba pensando en recostarme un rato mientras lees ¿Está bien para ti? Puedes llamarme si necesitas algo.

— Si, no tienes de que preocuparte, voy a estar bien...solo no olvides despertar para la cena ¿De acuerdo? La última vez dormiste...un poco más de la cuenta y te la perdiste — apretó la mano del rubio cuando lo sintió apunto de marcharse, no sentía que quisiera dejarlo ir o que debiera dejarlo solo — Estaba pensando que hoy podríamos ver una película juntos, voy a pedir que traigan tus películas favoritas, así podemos tener una maratón con palomitas y mucha comida chatarra ¿Quieres? Creo que va a ser divertido, hace mucho que no pasamos tiempo juntos.

Ruptura [Editado]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora