Capítulo 16

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"¡Agh!" Un gruñido, seguido de un ligero traqueteo penetró la sólida barrera del mundo de sueños en el que Kuroo se encontraba sumido "¡Agh!" Era como un suave eco que rebotaba por las paredes, una y otra vez hasta perderse en un susurro "¡Agh!" cada vez más perceptible "¡Agh!" se hacía mucho más fuerte, el traqueteo más persistente, molesto. Gruñó ¿Qué era lo que estaba sucediendo? Aletargado como estaba, el moreno no estaba seguro de que quisiera saberlo, tenía sueño y apretó los párpados, sin embargo no se detuvo y finalmente terminó por romper su tranquila burbuja.

Abrió los ojos.

La habitación se encontraba envuelta en tranquila penumbra, delicados rayos de luna se filtraban a través de los pequeños espacios entre las cortinas y acariciaban gentilmente el suelo, buscando alcanzarlo. Un suspiro rompió el silencio. Kuroo giró sobre su espalda y observó el techo al tiempo que posaba el dorso de la mano izquierda sobre su frente; el traqueteo no cesaba, los gruñidos llegaban a pequeños intervalos acompañados de vez en cuando de furiosos lamentos y alguna maldición esporádica. No iba a detenerse pronto, entendió eso mucho antes de que el letargo abandonara su mente y sonrió suavemente.

Estaba siendo muy insistente esta noche.

Se sentó al borde de la cama y estiró el cuerpo antes de levantarse, el reloj sobre la mesa de noche marcaba las dos de la mañana; había sido lo mismo la vez anterior y la anterior a esa — Siempre a tiempo...— murmuró, estos pequeños atracos nocturnos a la cocina siempre rompían con la calma usual que reinaba en el departamento, sin embargo no era una molestia para él, le gustaba.

Abandonó la habitación y caminó perezosamente hacia la cocina, sus pasos transformándose en un muy ligero y casi imperceptible ruido sordo. La nevera estaba abierta de par en par y emitía una débil luz que alejaba la oscuridad de esa amplia zona y bañaba suavemente la silueta del joven rubio que gruñía y revolvía insistentemente dentro. Parecía que llevaba un tiempo considerable en la misma posición, claramente estaba molesto por algo, pero no podía imaginar cual podría ser la razón.

— Kei, vas a enfermar si continúas con la cabeza metida dentro la nevera — se aproximó a él, la manta que seguramente Kei había estado llevando sobre los hombros ahora se encontraba sobre el suelo, siendo ignorada por el rubio quien también había ignorado sus palabras. Kuroo se inclinó para tomarla, sería muy malo si él atrapaba un resfriado con su actual condición — La temperatura está noche es...

— ¿Te comiste mi pudín? — jadeó. Kei volteó repentinamente con el ceño profundamente fruncido, sostenía firmemente un puerro con la mano izquierda y lo estaba apuntando directamente a su pecho...como un arma. — Estaba detrás del bote de helado, junto a la mermelada y delante del paquete de sándwiches de helado — le picó el pecho con insistencia ¿Que había dicho de los sándwiches y la mermelada? ¿Cómo rayos recordaba todo eso? — ¿Dónde está mi pudín? — volvió a preguntar. Los ojos del rubio se entornaron e hizo énfasis en cada palabra que salía de su boca al tiempo que seguía picando — Mi pudín — siguió insistiendo.

Entonces Kuroo alzó ambas manos a la altura de su pecho, extendiendo las palmas en señal de rendición, la manta deslizándose entre sus dedos para caer nuevamente al suelo — Me lo comí, lo siento — no, estaba mintiendo, pero no podía decirle que lo había visto comérselo felizmente después de la cena; se molestaría y terminaría acusándolo como en los últimos incidentes nocturnos; había aprendido muy bien esa lección y se prometió a sí mismo que no volvería a repetirla.

Ruptura [Editado]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora