Capítulo 2

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Kuroo inhaló y exhaló un par de veces antes de abrir la puerta de su departamento. Sus piernas dudaron antes de dar el primer paso, sintió que quería retroceder, pero se forzó a avanzar sintiendo un nudo en el estómago. Estaba ansioso. No sabía cómo decirle a Kei que días atrás había iniciado los trámites para su divorcio o si tendría el valor de confesarle que esta mañana había firmado los papeles ¿Qué explicación iba a darle? No podía usar los mismos argumentos que su madre usó para convencerlo de firmar, no podía decirle que lo dejaba solo porque parecía ser incapaz concebir.

Esa situación ya hacía que Kei la pasara lo suficientemente mal, se culpaba, se lamentaba y temía a su reacción, pero ¿Que más podría haber hecho?

Su madre tenía razón, el tiempo se estaba agotando y su abuelo estaba cada vez más enfermo y frágil, ella quería que le diera la satisfacción de conocer al hijo de su único nieto. Sus palabras fueron contundentes, duras y muy convincentes.

Kuroo amaba a su abuelo, lo hacía con si fuera su padre, fue él quien lo cuidó durante la mayor parte de su infancia. Pasó muy largas temporadas a su lado y sus recuerdos más felices estaban a su lado. No existía nadie al que atesorara más que a él en toda su familia. Quería darle lo que tanto añoraba, cumplir con ese deseo porque el moreno también soñaba con ello y sabía que Tsukishima también lo deseaba. Los dos soñaron con formar una familia desde el principio y esperaron pacientemente a que sucediera...pero el momento simplemente no llegó.

Y esa realidad los golpeó con toda su despiadada fuerza...y había lastimado mucho a Kei.

Sufría.

Y durante mucho tiempo estuvo tentado a dejarlo todo e irse lejos junto a él, el estrés por las exigencias de su familia lo estaban volviendo loco. Estaba cansado de todo esto y de la presión constante que lo mantenía cada vez más alejado del hogar que había formado, pero tenía que ser realista, no conocía otra vida a parte de esa y no podía solo dejar a su abuelo estando tan enfermo como lo estaba. Él jamás lo había abandonado, le dio todo cuanto pudo y Kuroo tenía que hacer lo mismo. Tal y como su madre le había dicho ya en pasadas ocasiones; tenía un deber que cumplir. Tampoco podía abandonar la empresa familiar a la que había dedicado parte de su vida, manejarla en el futuro era un derecho y un deber que le pertenecía solo a él y del que estaba orgulloso.

Pero si no tenía un hijo, entonces no podría hacerlo.

— Kei ¿Estas en casa? — lo llamó. Kuroo caminó hacia la sala y después pasó a la cocina, regularmente lo encontraba leyendo en el sofá o preparando algún aperitivo que acompañaría a su lectura. Era su rutina favorita de las tardes, pero Kei no parecía estar ahí — ¿Kei? — volvió a llamarlo, esta vez abriendo la puerta de la habitación que compartían, sin embargo tampoco parecía encontrarse ahí.

Todo era tan silencioso y vacío que le resultó muy inquietante.

Era extraño que no estuviera en casa a esa hora de la tarde, Kei tenía una agenda propia y asuntos que atender, pero no salía demasiado de casa si no tenía que hacerlo y usualmente siempre estaba ahí para recibirlo con una sonrisa. No recordaba haberle escuchado mencionar que saldría, podría haberse tratado de alguna clase de emergencia familiar, pero no había dejado ningún mensaje para él. Era cierto que había vuelto más temprano de lo normal, se aseguró de tener todo en orden para hablar con Kei acerca del divorcio, para explicarle que era lo que pasaría a partir de ahora y tranquilizarlo.

Ruptura [Editado]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora