Capítulo 12

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— ¿Sabes? Pareces más animado últimamente.

Tsukishima levantó la vista de la bandeja de galletas que acababa de sacar del horno, su ojo derecho crispándose al percatarse de que, por tercera vez, Hinata se las había arreglado para tomar el tazón de mermelada de fresa que había preparado para estas. No tenía idea de cómo había sido posible, incluso lo había puesto en la parte más alta de la repisa para frustrarlo, sin embargo estaba entre las manos de ese chico ahora.

— Como más alegre...— continuó hablando Hinata al tiempo que hundía juguetonamente el dedo índice dentro del tazón, para, estando cubierto de mermelada, llevárselo a la boca y lamerlo cantarín. Parecía muy feliz, demasiado feliz — También sales mucho últimamente — él seguía comiendo, ignorando totalmente la creciente vena saltarina sobre su frente; al ser más bajo que el asiento en el que se encontraba sentado, sus pies se balanceaban suavemente sobre el suelo, arañándolo con las puntas de los zapatos — ¿Hiciste un nuevo amigo?

— No...— murmuró dejando la bandeja sobre el mostrador, sitio donde también arrojó los guantes de cocina antes de aproximarse al menor y arrebatarle el tazón.

Hinata lanzó una exclamación. Protestó, estiró ambas manos e hizo un puchero con los labios al tiempo que pataleaba como un niño sobre el taburete; en un intento de rabieta. El rubio se limitó a negar con la cabeza, en su estado y a su edad no era nada adorable o al menos no lo sería si fuera otra persona, pero sentaba con Hinata a la perfección y acentuaba más el parecido que tenía con sus hijas.

Haruhi había hecho exactamente lo mismo hace tres días, cuando volvió a casa con una nueva mascota; una rana que tomó del jardín y a la cual había bautizado como Tobio-chan. Probablemente provocada por la influencia de Oikawa en sus vidas. Cómo era obvio, Hinata no le permitió conservarla y terminó haciendo una escena similar a la que estaba presenciando ahora mismo. Podrían no parecerse mucho físicamente, pero eran similares en otros aspectos y Tsukishima comenzó a enumerar cada uno de ellos como un pasatiempo antes de que lo notara.

— ¡Están listas! — exclamó, lo suficientemente fuerte como para ser escuchado hasta la sala. No tuvo que gritar una segunda vez y ni siquiera tuvo tiempo de moverse o de hacer nada más, las niñas entraron a la cocina como el par de torbellinos que eran y prácticamente se lanzaron sobre él con intensa emoción.

— Yo primero — gritó Haruhi dando saltitos a su alrededor, Haruka gritó exactamente lo mismo, sin embargo ella se aferró a la tela del pantalón del rubio y tiró suavemente de él con un poco de timidez — Tío Tsukki, yo primero — siguió gritando la pequeña dando saltos cada vez más altos; sus mejillas ligeramente redondeadas brillaban con un adorable tinte rosa y un poco de la pintura que él mismo les había dado para mantenerlas entretenidas en la sala. Eran realmente lindas y en más de una ocasión habían conseguido ablandar su frío semblante habitual.

— Primero las manos — habiendo cesado su pequeño drama, Hinata se acercó a ellas y, con suma facilidad, hizo que lo liberarán; ellas protestaron, siempre lo hacían y trataron de limpiarse las manos sobre sus vestidos ahora teñidos de colores antes de enseñárselas con orgullo. Una nueva gama relució en cada uno de sus pequeños dedos, hasta las muñecas — Son colores muy bonitos, pero sin manos limpias no hay galletas, ese es el trato.

— Después podemos comer todas las galletas del tío Tsukki ¿Verdad? — había un suave siseó en la voz de Haruka, algo parecido a un silbido; había perdido uno de los dientes delanteros y ahora gustaba de meter la lengua a través del espacio y soplar.

Ruptura [Editado]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora