Cap 8

372 40 0
                                    


Caminaba por los largos pasillos del palacio. Sus manos temblaban. Su corazón latía fuertemente. Debía tranquilizarse, lo sabía.
No podía llegar así, ante ellos, sospecharían.

Paso hace unos días.
Había llegado al imperio. Siguió las órdenes de Cartman, se mantuvo ahí, vigilando desde adentro.
Habría pensado que todo estaba tranquilo, si no fuera por los cientos de guardias que rodeaban el lugar.
Se mantuvo bajo margen, no quería hacer notar su presencia a la corte, aun no, necesitaba ver un poco los alrededores, saber el porqué de tantos guardias.

Averiguo un par de cosas nada significativas.
Realmente no le veía el caso seguir ahí; volvería al pueblo en las montañas y reportaría las inusualidades que vio. Sin embargo, esa noche le llego una carta a la posada donde se encontraba.
Le pedían presentarse al palacio ante la corte.

Y ahora, se encontraba a punto de verlos cara a cara. Trago grueso, ¿Qué diría? ¿Qué razones pondría el estar ahí?

Se aproximó a la gran puerta de madera frente a él. Inhaló lo posible, lo que sus pulmones pudieran, estaba nervioso.
Al entrar, sus nervios aumentaron un poco más, vaya que estaba algo asustado. Tenía a esos cuatro hombres observándolo en silencio, varios guardias a los costados, la habitación apenas iluminada por varias velas, estratégicamente colocadas, no hacían más que aumentar el ambiente de misterio y tensión.

Se paró firme, colocando ambos brazos tras de sí, respiro un poco para tranquilizarse. Espero a que alguno hablara, pasaron un par de segundos, él lo sintió como horas.
El primero en hablar fue un hombre de cabello marrón oscuro, y de apariencia mayor a los otros tres. Roger Donovan, reconoció rápidamente. Todo el mundo conocía a Roger Donovan, era el mas viejo en la corte, y el mas despiadado; o es lo que se decía.
-Capitán Marsh, que honor tenerlo aquí. ¿Podríamos saber las razones de su visita? –mencionó desde su asiento el mayor de los cuatro. –No me malentienda, solo que no esperábamos al Capitán del Sur aquí -
- Mis disculpes mis señores, mi presencia se debe a la carta que me había llegado días atrás informándome de la muerte del rey. Quería venir y saber si ustedes necesitarían algo de ayuda. -
-Oh, que atento. Le agradezco capitán, sin embargo no sé qué le haría pensar que necesitaríamos "ayuda" –
-Vera, solo pensé que con todo este asunto del rey, varios aprovecharía para obtener la corona, tomando en cuenta que no hay heredero alguno –se excusó, rogaba que esos hombres le creyeran. Sabía bien que lo que decía no era precisamente la mejor excusa del mundo, pero suerte tendría si es que le creían.

-Vaya Capitán, usted es un hombre de admirar. Perdone las molestias, pero sabe que es nuestro trabajo informarnos de quien entra o sale del imperio. -
El pelinegro solo asintió, bueno, mínimo logro que le creyeran.
-Se puede retira Capitán, solo una pregunta más...-
-Dígame Señor. –dijo serio para poder terminar con ese interrogatorio.
-¿A tenido algún contacto con el Capitán Cartman? -
-¿El Capitán del Oeste? No mi señor, ¿Por qué pregunta? -
-Vera, no hemos querido decir nada. Pero, la noche de la muerte del rey, el capitán se encontraba a solas con él, cuando entramos él salió despavorido del palacio; al acercarnos el rey tenía un corte en la garganta. Era algo claro, ¿no?, el rey murió por asesinato y el capitán huyo del imperio. -
El pelinegro no sabía que decir. Se debatía mentalmente, no sabía en que creer, había llegado pensando en que la corte había traicionado; y ahora le decían que el traicionero era Cartman.
No sabía bien, la corte y Cartman significaban una basura para él. Realmente no le interesaba tener conecte con alguno.
Pero ahora estaba en un momento serio, y una única pregunta rodaba en su mente ¿Quién realmente traiciono al imperio?
-Stanley... -ahora hablo un hombre de cabellera café, algo larga. El pelinegro guio su vista al hombre que ahora hablaba, y por un breve momento logro reconocerlo. Gueermo.
-Stanley, no tienes que creernos, no es tu deber. –siguió hablando –Solo te pedimos, que si sabes algo, no los digas, no permitiremos la libertad de un traidor -
-Claro, yo... si me llego a enterar de algo les avisare –termino con una leve reverencia y salió del lugar.
Los cuatro hombres quienes veían salir al joven de cabello negro, mantuvieron un semblante serio.
-¿Stanley? – menciono el mayor mirando al castaño con la ceja alta.
-Su padre y yo tuvimos una estrecha amistad en el pasado, el me conoce, y puedes confiar que si sabe algo lo dirá... -sonrió con malicia -...después de todo su padre antes de morir le dijo que yo era la mejor persona en quien confiar. -
-¿Muriera?, o que lo mataras Gueermo –contesto con ironía y burla, un hombre pelirrojo.
-¿Lo asesinaste? –Pregunto con sorpresa el de cabellera marrón
-Fue un pequeño "desacuerdo" que tuvimos, Tweak – contesto con burla.
-¿Entonces lo tenemos en nuestras manos? -
-Claro, ese chico es buen capitán, sin embargo es algo estúpido, siempre fue apegado a su padre, y créeme Donovan, si su padre le dijo que confiara en mí, lo hará. -
Los cuatro se quedaron en silencio. Tal vez la suerte les sonreía a ellos, terminarían lo que empezaron, y obviamente ganarían.

.
.
.
.
.
Stan caminaba confundido, enojado, se sentía engañado pero... ¿por quién?
Por un lado tenía al bastardo de Cartman, quien le juro a él y a Testaburger decir la verdad, y por otro lado tenía a la misma corte quien acusaba al castaño de traición.
¿Por qué creer en Cartman? ¿Por qué creer en la corte? ¿En quien confiar?
Vaya mierda, pensó, era difícil.
-Padre... -detuvo su caminata y miro arriba – Ojala siguieras aquí... - No lo negaría, rogaría por tener una charla mas con su padre, y que le ayudara con todo eso. 

Sabia que en un momento así lo ayudaría. Suspiro. 

¿Por qué creería en la palabra del castaño? Desde que lo conoció siempre fue una mierda de persona. No tenía por qué creer en él, después de todo.

¿Y Gueermo? Siempre fue un buen amigo de su padre, lo recordaba bien, todo el tiempo apoyando a la familia. Sin contar que fue el único que se preocupó por él después de la muerte de su padre.

Vaya, que era una verdadera mierda toda aquella situación. 



Suspiro por segunda vez, le dolía la cabeza.

.

.

.

.

.

-Boyette... ¿¡que mierda paso!? - Grito enojado un castaño de mirada fría, en su rostro expresaba el enfado que sentía. Le hervía la sangre.

El rubio solo lo veía con mueca de molestia. ¿Cómo se atrevía a gritarle?

-¡Contesta bastardo! -tomo las ropas del rubio y lo miro amenazante.

-Quita tus putas manos de encima -gruño empujando al castaño con enojo. -Te dije que no sé cómo mierda paso, mande a Lexus a traer al bastardo que la dejo ir-

El castaño cruzo los brazos, y respiro fuertemente.

-Señor, aquí está el imbécil - anuncio la chica de cabello naranja haciendo presencia, arrastro un hombre que se encontraba mal herido y lo empujo a los pies de su señor. El castaño giro el rostro para ver al culpable de la futura ira de su padre.

-Bien imbécil, ¿cómo es que escapo? -pregunto, su voz se oía realmente fría y aterradora, el pobre hombre tembló un poco; solo quedaba decir la verdad y rogar por su vida.

-Señor, perdóneme por favor... -rogó

-¡Habla! -grito enojado

-La saque, para ajustar sus amarres tal y como usted ordenó... -patético, pensó el castaño al ver como aquel hombre arrodillado quebraba en llanto. -...ella me golpeó fuertemente y corrió... perdón señor, por favor no me mate... -se levantó como pudo y se acercó a su señor -se lo ruego, por fav... -el rubio lo vio frunciendo el ceño, el hombre no termino aquella oración cuando ya una espada se encontraba atravesada en su garganta, desde la nuca hacia adelante.

-Tus hombres son unos inútiles...- dijo fríamente el castaño, quien sostenía la espada. Sin delicadeza alguna, saco la espada y la volvió a guardar. -Mejor piensa como le dirás a mi padre que uno de tus hombre dejo escapar a la estúpida de Norte- El rubio lo miro serio. Y el castaño simplemente se retiró de su vista.    

El príncipe herederoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora