Cap 6

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El pelirrojo despertó, sentía una pesadez en sus hombros, vio a su caballo a un lado acostado. Bueno mínimo alguien había dormido bien.

Se levantó, no había tiempo que perder, se dijo a si mismo.
Tenía que ir de inmediato a conseguir las medicinas y volver con Craig.

Se armó paso entre los pueblerinos, las calles estaban frías y llenas de gente.
Su estómago gruño. Dios, le dolía bastante.

Entró en el pequeño consultorio y sonrió al hombre que se encontraba ahí.

-Disculpe, vengo de un pequeño campo más allá de las frías montañas... -empezó a hablar, el hombre quien al parecer atendía, mostraba rostro desinteresado. -...amm, necesito medicina para mi amigo, tiene fiebre-

-Bien...-gruño el hombre, quien volteó a una estantería y sacó un par de frascos -Dale esto, se repondrá -
Kyle estiró la mano para tomar ambos frascos, pero la mano del vendedor lo detuvo.
-Son 12 monedas de oro mocoso- gruño molesto, Kyle lo miro con sus ojos jade.
-Perdone usted, no pude sacar dinero antes de venir...- se excusó
El hombre frunció el ceño
-¿Me ves cara de beneficencia? Lárgate de aquí imbécil, sin mi dinero no hay medicina-

El pelirrojo lo miro, bien, a utilizar el segundo plan.

-Perdone usted mi atrevimiento -se disculpó y dio media vuelta; volteó un poco el rostro; cuando vio al hombre distraerse tomo los frascos y corrió fuera del lugar.
El hombre salió tras él.

-Detengan a ese maldito, me ha robado- Gritaba enfurecido.

El pelirrojo corría y corría, miro atrás y veía a lo lejos a ese hombre. Casi lo lograba, ya casi estaba lejos, ya casi sólo un poco más...
Y de repente paro en seco...abrió grandes sus ojos jade, y tragó grueso.
Si no se detenía, él hubiera...
Frente a él había una espada, a centímetros de su rostro. Subió la vista y vio a un hombre alto, de cabello y ojos castaños. Serio. Con mirada penetrante.

-Sabía decisión en detenerte- dijo con una gruesa y seca voz; logrando que al pelirrojo le recorriera un escalofrío en toda la columna.
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Las Armadas de Marsh y Testaburger habían salido por la noche; el decidió esperar un día más en el pueblo gélido antes de partir y empezar la búsqueda del heredero.

Había decidido caminar un poco por ese congelado pueblo; era placentero para él ese clima. Lo notaba realmente agradable.

Su caminata se vio interrumpida tras ver a un chico salir corriendo, a su dirección, de una tienda y un hombre tras el gritando.

-Detengan a es maldito, me ha robado- Gritaba enfurecido.

Bufo. Después de todo tenía que detenerlo ¿no?. Era su trabajo.
Desvaino la espada frente a él, y la estiró. Más le valía al mocoso detenerse o terminaría con la espada atravesada.
Y dicho y hecho, el pelirrojo se detuvo a centímetros de la espada, con cara de sorpresa levantó la vista hacía él, ojos jade y cabello rojo. Peculiar, pensó para si.

-Sabía decisión en detenerte -

El pelirrojo sólo se dedico en mirarlo. Con temor. Sonrió, era placentero que le tuvieran miedo.

El hombre que lo perseguía llegó y agarró al chico por el cuello de su abrigo. Dispuesto a golpearlo.
-Mocoso imbécil como te atreves a robarme -
-Yo...yo lo siento señor - trato de disculparse, cerrando los ojos y esperando el golpe.
-Le pido guarde la compostura -hablo el castaño guardando su espada.
El hombre miro al castaño con enojo, pero su semblante cambio al ver el traje.
-Ah, mis disculpes. Sólo que este mocoso me ha robado -bramó mirando al pelirrojo.
-Tú, devuelve lo que has robado -Contestó sin rodeos.
-No puedo. Por favor la necesito. En verdad - rogó el chico.
-Mira niño ya te dije, no soy beneficencia. ¡Perderé plata! -
-Cuanto... - el castaño miro al hombre.
-30 monedas -
El pelirrojo alzo la vista y frunció el ceño.
-¿30? Hace un rato me has dicho que eran 12 -
-Si niño, pero como te la has robado ahora son 30 -gruño altanero.
-Pero que dices idiota -ya estaba enojado, ese maldito si que no tenía consideración.
-Ya basta. Toma. -hablo el castaño sacando una pequeña bolsa con monedas. Y entregándosela al hombre quien sonrió triunfante y se retiró.

-No debió haberle dado los 30... - comentó con desgano.
-Y tu no debiste a ver robado -dijo observando al chico. -Bien, tengo asuntos importantes que tratar. Deja de ser una rata inútil aquí y lárgate antes de que te quite lo que has robado -intimidó, para luego desaparecer en el camino.

El pelirrojo sólo lo observo irse. Bueno, mínimo ya tenía la medicina. Vio los frascos y lo guardo en su bolsillo.

-Vaya pueblo -camino al callejón donde había dejado su caballo, lo tomó y salió de la ciudad montado en el. Ya quería llegar, no comer realmente le dolía.

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Cartman se acercó al campamento de sus hombres. Todos al verlo se levantaron a oír órdenes.
-Saldremos dentro de dos horas, guarden todo y prepárense -ordenó, camino frente a su rubio amigo y el chico moreno.

-¿Qué piensan hacer con él? -pregunto refiriéndose al pequeño tembloroso.
-Si me lo permite señor, lo llevare conmigo hasta cuando volvamos al imperio.-Contesto el moreno
-Bien, tu serás cargo de su seguridad Black -Sin más se dirigió a su tienda, para empezar a guardar y dar marcha al próximo pueblo; donde deseaba al fin encontrar al joven.

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-Vaya mierda... -se quejaba el pelirrojo, un día completo sin comer, estaba cansado y realmente se empezaba a sentir mal.
-Debo aguantar para poder llegar - sólo faltaba un par de horas, pero sentía como su cabeza daba vueltas, sentía ganas de vomitar. Y tiritiaba de frío.
Como no, no descanso bien, no había comido; ni siquiera habia pensado bien que las tierras gélidas no bastaban en traer solo un pequeño abrigo. Ya estaba anocheciendo, y el viento soplaba más y más.
En un punto de su viaje, no supo en que momento había caído del caballo, ni en que punto había cerrado los ojos, volviéndose todo negro.

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-Capitán -hablo un hombre.
El castaño volteó a ver por donde señalaba el hombre.
Con la fuerte que soplaba el viento era difícil divisar lo que señalaba.
Se acercó más y para su sorpresa; era el mismo pelirrojo que había salvado hace apenas unas horas atrás.
Bajo de su caballo y lo cargó.
-Tomen al caballo y acarreenlo junto a los otros -subió a su caballo y puso al chico pelirrojo recostado en su pecho. Estaba helado e inconsciente.
-No falta mucho para llegar -
Todos los hombres asintieron y siguieron su camino.
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Calientito, cómodo, sonrió aun con los ojos cerrados. Estaba realmente cómodo y caliente; sin negar que olía bastante bien, frutos. Si, a eso olía.
Se removió para acercarse más y poder oler mejor esa esencia.
Y de repente... llegó a su mente, ¿había dormido? ¿Qué había pasado? ¿Porque se sentía movimiento? Abrió lentamente los ojos, y se topó con una mirada café que lo veía con curiosidad.
Tardó unos segundos en darse cuenta de quien era. Dio un brinco de sorpresa y se movió asustado, causando que el hombre que lo veía perdiera el control del caballo y ambos terminando en el suelo.

Kenneth que venía a un lado sonrió con burla y abrió la boca para decir algo; pero tan rápido sonrió, cerró la boca al ver al castaño verlo con una mirada fría.
-Abre la puta boca McCormick y hago que te arrepientas - se levantó del suelo y se sacudió. Miró al chico pelirrojo, quien lo veía con pena.
-Levantate mocoso -ordenó, y el pelirrojo lo hizo de manera inmediata. Vio al castaño subir nuevamente a su caballo y estirar la mano hacia él. La tomó y de un fuerte jalón lo subió y acomodo, tal y como venía hace un momento. Se sonrojo, como no hacerlo.
-Ya estamos apuntó de llegar -mencionó uno de los hombres que montaba junto al castaño.
El pelirrojo llevó su vista al frente, y sus ojos se iluminaron. Era su pueblo, estaban a unos cuantos metros de el.

El castaño tan sólo dio una pequeña mirada al pequeño chico. Torpe, pensó. Realmente ese chiquillo era un torpe.

El príncipe herederoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora