Olor a libertad.

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El barco se sacudía con fuerza al acercarse cada vez más al puerto. Incluso desde esa distancia se podía escuchar el estruendo de la mercancía al ser descargada de las naves. El corazón de Adrian no paraba de dar tumbo, en su mente aun no cabía que pudiera estar ya tan lejos. Ya casi no recordaba los rostros de su familia o si así se les podía llamar.

Su padre era un pescador al que a penas le alcanzaba para sustentar a su familia. Adrian era el segundo de tres hermanos y poseía una peculiaridad a la que, sin duda, todos reaccionaban siempre de distintas maneras, sus ojos.
El derecho era tan intenzo como el mar que lo vio nacer y el izquierdo, tan obscuro como la tierra que le brindó un techo los primeros años de vida.
Su mirada era como un atardecer en otoño, profunda y desigual. sumándole una piel que a su corta edad ya estaba bronceada y su cabello... tan idéntico al de su madre.
tenia solo 7 años cuando se lo llevaron. Un excéntrico conde propietario de todas esas tierras buscaba un sirviente para su hijo. Algo fuera de lo común...único. Y lo vio a el. Un niño de una belleza etérea, de rasgos nobles y orgullosos. "Si se educaba bien, pensó el conde, se podría obtener un ejemplar único digno de la envidia de la corte".

Aquello fue un golpe traumatico para Adrián.
Al pasar los años, aquel niño se fue convirtiendo en un joven hermoso, lejos de lo afeminado de las costumbres de aquel entonces. De espalda ancha y porte presuntuoso, cabellos largos y generalmente peinados en coleta y aquella piel que alguna vez tuvo oportunidad de ganar color por el sol ahora era tan pálida como la de las damas más ostentosas de la corte.
Jamas se había colocado maquillajes o pelucas, su apostura era inata. Con un sentido de los modales y conocimientos envidiables lograba ganar, sin desearlo, el corazón de las doncellas de la corte española. Aunque no solo de ellas.
Sin embargo, en cada baile y lección, en cada paseo... su mente siempre apuntaba al mar y la razon era simple. Sentía en su corazón que una vida cómoda de esclavo blanco no era para el. Tener que pasar por sobre otros para ganarse el cariño del amo, las obligaciones sin final, su vida valía mucho mas, el merecía su libertad. Sabia y sentía que allí, en el mar, le esperaban mil y una aventuras como las que leía cada noche.

Y ahora que faltaban solo unos minutos para llegar, ni el mareo que lo atacaba lo acobardaban. La mala noticia, es que uno nunca sabe lo que el destinonos depara, sin embargo, se puede sentir ese algo más grande llamándonos.
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Este lindo primer capítulo y la sinopsis fue corregido por las bellas personas de #Editorial Queens. Mil gracias quedó hermoso.
Pasense por su página, tiene historias muy buenas.

El corazón de IshtarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora