Ahjrem dudaba si contarle a su anciano amigo sobre lo que sucedió hace más de quince años atrás, había tenido esa espina en sus recuerdos y necesitaba sacarla.
Tomo de su copa y la dejo bruscamente sobre la mesa.
- van a ser casi diecisiete años exactamente, en aquel entonces yo tenía 26 años, y era el siguiente en la lista para ser gran águila dorada, mi hermano menor Jahrn había sido elegido sobre mi, un día como cualquiera de pronto apareció flotando una mujer, sus tiesos dedos se aferraban a una cuerda entrelazada en gruesos maderos; Aquel rescate fue justo a tiempo, unas horas más y abría muerto. Mi amigo, era la mujer más osada y dura que jamás veré otra vez, única como truenos en verano, de deslumbrantes cabellos rojizos, siempre caía como las ondas del mar- suspiro al recordarla- tan fuerte fue nuestra amistad, que nos confió un gran secreto que tenía tatuado en la piel. Un mapa hecho con cicatrices blancas y rojas le cubría todo su pecho, ella pertenecía a la última familia de sangre fenicia pura, la última mujer de su clan, la última que quedaba encargada de proteger el corazon de Ishtar. En ese mismo momento no entendí nada, pero yo a esa altura ya la amaba, si me decía que era un demonio, con gusto habría hecho de mi un pecado, pero no estaba ni cerca de amarla con la intensidad que corría por las venas de mi hermano.Aquel día cuando el capitán le hizo esa pregunta solo la evadió, se levanto después de unos segundos de silencio mordiendo su lengua con los labios sellados, no se sentía tan valiente como para confesar lo que había hecho.
una semana después, al capitán solo se le veía una mancha blanca como cicatriz. este ahora se encargaba de recoger comida y crear nuevas cosas que puedan servir, todas las mañana veía como Adrian subía la colina con una sonrisa de oreja a oreja por su pesca del dia. tenia un apetito voraz, al pasar todos esos dias el menor se acostumbro a verlo comer cosas crudas; después de comer se ponían a armar el bote diciendo cosas triviales.
-esta quedando muy bien, quien le enseño?
-papa.
La mayor parte del tiempo no se cruzaban mas de 3 frases, y aunque Adrian queria extender la conversacion, la forma ligeramente cortarte en la que respondia el capitan le bajaban las ganas.
aquella tarde probaron el bote, entre los dos la cargaron hasta la orilla.
- ten cuidado al bajarlo, hay muchas piedras.
se adentraron hasta que el agua les llego a las rodillas y con dificultad se subieron, las olas no eran fuertes pero sentian cada una chocar y casi volcarlos.-Sí, maldita sea ya era hora!!- grito tan de repente que hizo saltar al menor del susto.
El capitan tenia un mundo de razones por las cuales regresar, y Adrián las podía enumerar hasta por orden de prioridad, y aunque también estaba feliz, la isla no le resultaba inhóspita.
- me divertí- dijo para si mismo- no fuiste tan mala.
El capitán por su lado había comenzado a hacer planes, quería salir lo mas pronto de ahi, por razones incluso mas profundas, quiza si no se equivocaba, comenzarían los días de Sopor, y aunque su voluntad era fuerte no se garantizaba nada el mismo. Le preocupaba imaginar como serian esos días ahora que ya había tomado la forma de su maldición, no quería que el otro saliera lastimado.
-tuerto- este apodo que se había hecho tan común entre ellos enojaba al rubio, pero a el le encantaba esta reaccion- mañana en la madrugada nos iremos hay que reunir las cosas esta noche.
- ¿por que no esta noche? se guiará mejor con las estrellas.
- no hay suficiente comida.
- de eso no se preocupe, seguro en el interior habrá mas comida y agua, puedo hay bastante pescado seco.
Ayers miro la luna que a esa hora de la tarde ya se podía ver claramente, asintió nerviosamente y solo siguió mirando el cielo.
-si por mi fuera, saldria ahora mismo- <<para estar lejos de ti>> pensó mientras entre los dos remaban con burdas replicas de esas herramientas hasta la orilla.Cuando llegaron al campamento, recogieron unas cestas con correas y se las ataron en la espalda, caminaron unos centenares de metros al interior buscando agua para llenar las botellas de vidrio, Adrián era realmente malo para ubicarse.
- ¿como es que puedes oler el agua?- decía mientras subía el rocoso camino hasta llegar a un bosquecillo más elevado- le puedo decir adios a todo lo que estudié, la lógica dio un paseo.
- No lo se, pero el agua tiene un olor característico- se adelanto unos metros y miro a su alrededor, un ligero susurro que zumbaba en su oído desde que se adentraron en el bosquecillo se hizo mas potente.
-¿que pasa?- no se había percatado de que el capitán había cambiado sus orejas por las de su forma animal- capitán sus orejas.
-shuu!- movió sus orejas pero no pudo localizar un lugar concreto- ese maldito zumbido me tiene enfermo.
El humor se le había ido, cuando al fin encontraron el lugar a penas y era un pequeño ojo de manantial alimentando una hilera de agua que caía por una babosa piedra negra.
botella tras botella las llenaron dejando un pequeño espacio para que pudieran flotar. cuando el capitán desapareció unos segundos Adrián aprovecho para refrescarse, siguió unos minutos el pequeño riachuelo que mas abajo se reunía en un pequeño pozo con agua clara y fondo de piedras algo filósas.
Dejó su carga a un lado y rápidamente se quito la ropa, el agua helada le calo los huesos, pero estaba contento con el agua llegándose hasta la cintura.
Un aroma conocido llego hasta el capitán, se podía ver la luna con claridad brillante mientras el atardecer se tornaba cada vez mas naranja, regreso por donde vino, sintiéndose un poco mareado, parando en seco cuando vio.
rápidamente se oculto tras el árbol mas cercano, a sus ojos Adrián lucia como una aparición, el agua marcaba su cuerpo como si brillara, el cabello mojado enmarcaba su rostro y sus manos tallaban su torso, trago en seco mientras lo obsevaba y apretó los dientes, gracias a sus ojos se estaba castigando mientras exploraba cada rasgo de su figura, cada lunar de su cuello la curva de su espalda baja y los ligeros músculos firme de su pecho; miro la luna nuevamente en una plegaria vacía y sin palabras pedía fuerzas.
salió de su escondite con las cejas fruncidas y el bolso de recolección en frente, respirando cada vez mas hondo y con la temperatura elevada, dio unos pasos mientras el culpable del problema entre sus pantalones jugaba despreocupado con el agua, por su puesto Adrián pudo sentir esa mirada sobre sí, siempre la sentía pero se decía que era idea suya, al subir la mirada vio al capitán observandole descaradamente pero atrajo hasta si la camisa ancha que utilizaba colocandose al vuelo, sin poder descifrar la expresión que el capitán le mostraba.
Deseo, el deseo se llevaba su poca cordura, cuando esos etereos ojos se fijaron en los suyos se dio cuenta de que hacia mucho se había perdido en ellos y estaba poco a poco dejándose esclavizar por estos, por él.Sus corazones latian fuerte estaban ahora viendo con los últimos rayos de sol y la luna comenzó a brillar cada vez más, pero eso no detuvo a Ayers, sus dedos se aferraron a la madera luchando por sacar el burdo bote lejos de la agitada orilla.
- más fuerza Blau!!
Adrián también hizo lo suyo aunque en algún momento le pareció que las olas se alzaban más salvajes que antes, unos minutos después parecía que el océano comenzaba a alejar al bote de la orilla y poco después los pies de ninguno de los dos tocaban el frío fondo arenoso.
Primero subió Adrián mientras Ayers aseguró los toneles que iban amarrados a los lados, y en un sólo impulsó subió. Estaban eufóricos, y ¿como no? Casi un mes en una isla hacían sentir desesperación a cualquiera; remaron largo rato entre las agitadas olas y el capitán comenzó a leer el cielo intentando ubicarse.
Adrián vio hacia atrás, se sintió cómodo allí pero también extrañaba la civilización, miro hasta su comoda colina largo rato hasta que una cilueta dorada que parecía hecha de arena paseaba por allí como observandole desde lo alto.
Se aterro aún más cuando pareció extender sus brazos, quiso avisar al capitán pero no fue necesario, este comenzó a retorcerse del dolor y casi callo al agua, rápidamente Adrián lo atrajo hasta si, golpeo su rostro para que volviera pudiendo ver que los oídos del capitán comenzaron a sangrar, no tuvo tiempo ni de pensar, las olas comenzaron a sacudirlos, empeorando más a cada segundo; gruesa lluvia helada callo de un momento a otro empeorando el va y ven, las olas se tornaron tan fuertes que lo único que pudo hacer es aferrar sus manos a la camisa del mayor, hasta que finalmente el bote cedió y fueron arrastrados hasta el fondo.
Luego de eso la fuerza de la corriente los separó, intento nadar desesperado pero algo lo halaba con cada vez más fuerza, sus pulmones expulsaron el último poco de aire perdiendo también el conocimiento.
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El corazón de Ishtar
RandomEn la época gloriosa de piratas y corsarios Adrian un joven esclavo blanco, prófugo de una familia de renombre española busca regresar al mar y ser el aventurero que tanto imagino tras una vida de lujos, aquí es donde comienzan sus días en alta ma...