Capitulo 1

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Y el dragón de los sueños entró de nuevo, dando de coletazos y prendiendo fuego a todo lo que tocaba... Entonces el príncipe cayó entre sus garras y se volvió el amante más perverso de las regiones boscosas.

Ya no hubo quién calmara sus ansias, hasta que el príncipe mismo se vio envuelto en la sangre de una nueva doncella, entonces, sólo entonces, pudo deshacerse por un día más del dragón que lo acosaba...

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Otra vez las manos se me resbalan una con otra y se me escurren como si me las hubiera lavado con un jabón muy fino; tan fino, que estoy seguro que con todo y su aroma se estará llevando lejos de mí toda tu esencia; tan fino, como lo es tu sangre misma.

Se decía a sí mismo, mientras aquella joven permanecía inerte sobre un tapete empapado, que de un tajo, se había comido todos los secretos guardados en los últimos días, en ese departamento.

Habían pasado seis días luego de haber tomado la decisión de llevar a cabo lo que llamaba: "Epifanía de amor". (En general todo ése ritual lo efectuaba dentro de los primeros cinco días) Acto en el que se entregaba como el mejor de los amantes lleno de una pasión casi divina, para luego beberse el alma de sus acompañantes, arrancándoles la vida con un filetero especial. Les brindaba una noche entera, cargada de sueños, mismos que no habrían de llegar más allá de lo que se tardara en anunciar el sol, la llegada de un nuevo día. Al menos, para ellas.

El Chef concluyó que no debía esperar más y que era el momento de hacer eterna su relación con Gabriela...

Ésta, se había dado un tanto cuanto de manera circunstancial:

Era dueño de un restaurante que le había heredado su madre al morir, cuando todavía era un estudiante. Constaba de dos plantas, cercado por tres bardas con una reja en todo el frente de la construcción, misma que tenía dos entradas, aunque una funcionaba como salida para los autos. (Rodeado por tres casas, que con sus jardines, hacían que el lugar fuera más pintoresco y acogedor) La planta baja servía de estacionamiento, con un pequeño cuarto cerca de una de las entradas, que hacía las funciones de caseta de vigilancia; además de una fuente que se encontraba de frente a la entrada principal al restaurante, al que se ingresaba por unas escaleras que, junto con el barandal, adornaban la fachada, formando una especie de balcón. Así pues, en la segunda planta se encontraba el restaurante, justo en medio de todo lo que era el terreno, con unos ventanales de hierro forjado, detallados en extremo.

Ésa noche, el restaurante había cerrado casi de madrugada y sus empleados se habían despedido luego de una sesión extenuante de trabajo. Él había ido sólo para pagar los honorarios de sus trabajadores pero se retrasó revisando unos papeles que tenía que dejar listos, para una posible negociación que tenía en puerta con unos nuevos inversionistas.

El valet le entregó su auto y al salir, se dio cuenta de que no había dejado la llave de la caja en la que le había dejado los papeles al encargado del restaurante para que éste los pudiera revisar al día siguiente, de tal forma que tuvo que estacionar su auto en la calle a un costado de una de las entradas, para regresar y dársela a Manuel, quien todavía se encontraba con los chicos del valet, cerrando las rejas.

Sin más despedida que un simple "gracias", se dirigió hacia su Mustang sesenta y ocho de color rojo oscuro y cuando se disponía a abrir la puerta, se percató de que una mujer joven lo observaba del otro lado de la calle, con una mirada que tenía un asomo de admiración. Después de unos momentos, tras una segunda mirada, pudo ver en ella desde su respirar hasta la manera en cómo se deslizaban sus labios para intentar hablarle; esa inocencia que irradiaban todas las mujeres que le traían al presente el recuerdo de Fátima. La miró con detenimiento, sabía que de no haberle jugado el destino aquella mala pasada, bien podría ser aquella chiquilla que hasta ese momento no se había podido arrancar de la misma piel. Gabriela, al darse cuenta de que había captado su atención, atravesó la calle para llegar hasta donde éste se encontraba, mientras que él no terminaba de salir de su asombro.

Chay Hium (Platillo de un asesino)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora