Capítulo 4: Quitarse las gafas.

481 62 17
                                    

A la entrada rápida de Kyoko todas se giraron.

- ¡T-Toshino Kyoko!- exclamó Ayano con sorpresa.

- Ah, Toshino-san, adelante.- dijo Chitose con una sonrisa.

- ¡Toshino-senpai!- dijo Sakurako con alegría de verla.

- Helloo~ ¡Kyoko-chan está aquí!- anunció la rubia.

Sakurako y Himawari siguieron ocupadas trabajando mientras Kyoko se situaba de pie cerca de donde estaba sentada Ayano para darle la dirección de la residencia de la presidenta. Chitose por su parte intentaba trabajar, pero de vez en cuando echaba un vistazo a la situación.

- Oh, ya veo. No está tan lejos como pensaba.- decía Kyoko.

- Está más cerca que la vez que fuimos de campamento.- contestó Ayano.

- Gracias por tus indicaciones, Ayano~.- decía Kyoko bromeando mientras abrazaba a Ayano por detrás.

- ¡N-no hay de qué! ¡Y-y ahora si nos disculpas, tenemos que seguir trabajando!- decía Ayano intentando ignorar el abrazo de la rubia.

- Buuuu..- decía Kyoko a modo de enfado.

- ¡Toshino-san, puedes quedarte el tiempo que quieras!- dijo Chitose ya goteando sangre por la nariz.

- ¡¿Queeeeeeé?!- gritó Ayano temblando de los nervios.

- Por cierto, Toshino-san, Ayano-chan te dijo que trajeras tu informe cuando vinieras a pedir la dirección, ¿lo has traído?- preguntó Chitose.

- Ah, sí, lo traigo. Pero tenía una duda en un apartado que quería preguntar a Ayano porque no sabía qué poner.- dijo Kyoko.

- ¿Una duda?- Ayano dejó de sonrojarse y empezó a hablar con Kyoko.

- Sí, en la segunda mitad, en el apartado 6...- empezaba a explicar Kyoko.

Chitose continuaba mirándolas emocionada porque Ayano seguía estando abrazada por Kyoko y hablaba con ella con total normalidad sin darse cuenta.

- Ah, ya veo. No te preocupes, muchas no supieron qué poner tampoco.- dijo Ayano sonriendo.

Chitose se dispuso a desenfundar sus gafas cual pistolero del lejano Oeste. Sin necesidad de fantasear empezó el hilo de sangre a descender de su nariz.

- ..Este fin de semana no me lo perdería por nada del mundo~..- decía para sí misma con una sonrisa bobalicona en la cara.

Era curioso que siendo la que mayor ímpetu ponía en juntar a Ayano y Kyoko, siempre era la que interrumpía los momentos románticos entre ellas dos. Pero aún más curioso era que Chitose era la única que se daba cuenta de los sentimientos que tenía su amiga por la rubia, siendo tan evidente como era. Se dio cuenta fácilmente, con solo ver a Ayano unos segundos hablar con Kyoko. Además de todo ello, su vida corría peligro cada vez que presenciaba una escena demasiado intensa entre las dos estudiantes.

Kyoko y Ayano seguían con su conversación como si nada hasta que Kyoko empezó a moverse incómoda por llevar mucho tiempo en la misma posición.

- Bueeeno, me está empezando a doler la espalda de estar inclinada, iré a dormir un rato al club. Gracias por todo, Ayano.- dijo la rubia.

- ¿Inclinada..? (...) ¡¡...!!- Ayano sin moverse se puso más roja que el listón de Kyoko y al mirar a Chitose supo que no había sido consciente durante bastante tiempo de lo que estaba pasando.

- Gracias a ti, Toshino-san~..- decía la chica de las gafas, aunque quizás ella se refiera a otro agradecimiento.

Kyoko se dispuso a salir por la puerta del consejo. Antes de marcharse y desde detrás de la puerta, asomándose un poco para mirar a Ayano, dijo:

- Ah, y hueles muy bien ho..- decía Kyoko, pero fue interrumpida por su propio reflejo al intentar esquivar el estuche de Ayano, que fue lo primero que encontró la vicepresidenta para arrojarle.

Kyoko decidió entonces regresar al club mientras Ayano seguía roja y furiosa dentro de la sala del consejo.

- Ehe.. hehehe... h-hueles bien hoy, Ayano.. déjame olerte una vez más~...- decía Chitose ya en el suelo de la habitación perdiendo la consciencia.

- ¡Chitose!- gritó Ayano en cuanto se dio cuenta de que su amiga estaba en el suelo balbuceando cosas sin sentido y con la mirada perdida.

Finalmente al día siguiente, todas confirmaron su asistencia al viaje de fin de semana que se había propuesto. La presidenta por su parte, estaba junto a la profesora Nishigaki Nana en uno de los laboratorios cuando recibió una llamada de parte de su madre.

- ¿....?- Matsumoto parecía sorprendida al hablar con su madre. Aunque lo sorprendente era que su madre la entendiera.

- ¿Umm? ¿Qué pasa, Matsumoto?- preguntó Nishigaki.

- ¡........!- la presidenta empezó a ponerse muy nerviosa.

- ¿Eh..? ¿Una urna..?- dijo Nishigaki al escuchar a Rise.

La cicatriz secretaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora