Treinta y siete.

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Editado.

—Te creo...

Esas dos palabras salieron de mi boca, con dificultad.

Sehun sonrió, todo había acabado. Lo tenía claro.

Pero es que ya no importaba porque ya no me dolía, no me molestaba pensar en él y JongHoon. Después de todo él no la quería y yo le creía, ¿no?.

El chico no tardó en juntar su boca con la mía, estaba necesitado. O más bien, ambos lo estábamos.

¿Qué iba a pasar luego? no sé, ni me importa.

Minutos pasaban, podía sentir la mirada de mi padre por la ventana. Maldito chismoso.

—¿Crees que podemos ir a otro lugar...? —murmuró Sehun —, ¿en dónde tu padre no nos espíe?

Reí, al parecer mi progenitor era demasiado obvio.

—¿Tu también lo notaste? —dije, sonriendo, a lo que él asintió con una pequeña risa —. Entonces, vamos.

Nos dirigimos a su carro, el cual extrañaba. En verdad, ese carro tenía olor a cereza. Y aunque no sea muy fan de las cerezas, su olor me encantaba.

El camino fue callado, tranquilo, agradable. Ambos estábamos felices, lo podías ver en la gran sonrisa de Sehun y en mi mueca de alivio. Porque así estaba, aliviada.

Todo el drama había acabado.

Llegamos hasta ese restaurante lejos de la ciudad. El primero al que Sehun y yo habíamos ido, en donde habíamos comenzado a hablar sobre nosotros.

Miles de recuerdos llegaron a mi mente, mi sonrisa se amplió.

El lugar seguía intacto, amaba esa sensación hogareña que ese restaurante emanaba. Los mismos extraños cuadros seguían colgados, y el lugar seguía algo vacío como siempre. Aunque comprendía que nadie iría a comer a esta hora, eran las 6:30 pm.

Sehun tomó mi mano para guiarme hasta una de las mesas, que eran lo único que había cambiado del lugar en todo este tiempo.

La misma señora que nos había atendido la vez pasada, volvió a tomar nuestra orden. Mientras tanto, ambos nos mirábamos fijamente.

—Así que... —Sehun habló y se inclinó hacia atrás —patos, ¿eh?.

—No puede ser —reí —, ¿en serio lo recuerdas?.

Deje mi peso caer en la mesa, recargando mis codos.

—Cada una de las cosas que dijiste —sonrió de lado —, hoy no comeré muy rápido, tenlo por seguro.

Genial, yo no podía acordarme de todo. Supongo que no había tomado importancia al momento en ese día.

—Aquí está su orden, chicos —dijo la anciana, dejando los platos en la mesa —. Por cierto, hacen bonita pareja.

(...)

—¿A dónde quieres ir ahora?

Luego de comer y volver a la ciudad, Sehun y yo habíamos decidido no volver a casa por ahora.

Quería pasar más tiempo con él, lo había extrañado después de todo.

Las luces de las calles ya estaban prendidas y la oscuridad se estaba haciendo presente, al igual que el frío. Pero yo tenía la chaqueta de Sehun y él una campera que había encontrado en su auto, así que no era un gran problema.

Su brazo se enredaba vagamente por mis hombros, relajados, mientras dábamos pasos cortos en silencio. Pocas veces el silencio con Sehun era incómodo.

¡Hey, Sehun! [Oh Sehun]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora