Doce.

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Editado.

Podía sentir la respiración tranquila de Sehun junto a la mía. Él estaba dormido, calmado, descansando. Pero, irónicamente, yo no lograba dormir.

¿Cómo dormir luego de eso?…

Definitivamente estaba en todos mis sentidos, y el sueño que tenía minutos antes se había esfumado rápidamente. Había sido reemplazado por una inmensa sensación de confusión, pero a la vez de tranquilidad, y no tenía idea de porqué.

¿Yo no le gustaba, cierto? ¿Fue solo por lo que hice por él, cierto? Me obligué a mi misma a pensar que sí. Que solo era eso y nada más.

(…)

Desperté. A mi lado, en donde anteriormente había estado Sehun, había solo sábanas revoltosas. Pero vi una nota un poco debajo de donde se encontraba la almohada.

«HeeSook:
                   tuve que irme, no quise arriesgarme a ser atrapados por tus padres y que te llevaras un regaño, no después de lo que hiciste por mí. Gracias, me la pasé de maravilla.

-Sehun :)»

Sonreí inconscientemente, que dulce, pensé. Pude notar la bonita letra que Sehun tenía, era algo diferente a las demás. Sin mencionar que hasta había dibujado una cara feliz al lado de su nombre.

—¿Hija? —entró mi padre al cuarto y miró las sábanas revoltosas a un lado de donde estaba —. Wow, ¿tanto te mueves.

No yo, papá. Ha sido Sehun, el que se quedó a dormir conmigo ayer sin que tú supieras, pensé estúpidamente.

—No importa, cámbiate. Se hará tarde. —sonrió y se fue.

Unos minutos después, estaba caminando al colegio.

Una vez allí, corrí a buscar a Baekhyun y a Chanyeol. Porque sí, debía contarles lo ocurrido anoche, para mí era grave y si es era grave ellos debían saberlo

—¡Aquí estás! —exclamó una voz detrás mío y tomó mi brazo.

—Channie —sonreí —. Estaba buscándote.

—Y yo a tí, tengo algo que decirte, pero ven, vamos con Baek. —volvió a aferrarse a mi brazo y me llevó, prácticamente a la rastra, hacía donde mi otro amigo.

Una vez ahí, Baekhyun nos sonrió a los dos y me saludó a mí. Se notaba adolorido, o algo así.

—¿Baekkie, estás bien? —pregunté, pasando mi mano por su cara instintivamente.

—Calma tus instintos maternos, chica —rió, y sacó mi mano suavemente de su cara —. Solo resbalé ayer, y me golpeé la pierna.

—¿Y es muy grave? —aguanté la risa, imaginado la situación.

—Lo suficiente como para no hacer Educación Física por unas clases. —festejó y morí de envidia. Vaya suerte.

(…)

No había tenido tiempo de decirles a mis dos amigos lo que había ocurrido con Sehun, gracias a las clases. ¿De qué servía la escuela si no iba a poder contarles chismes a mis amigos?.

Tampoco había visto a Sehun en todo el día.

—¡HeeSook! —gritó alguien detrás mío.

—¿Tú otra vez, JongIn? —volteé a verlo —¿Es que no te cansas?.

Apuró un poco el paso, hasta llegar hasta mí. No invadió mi espacio personal, lo cual fue un poco extraño, pero no iba a quejarme. Así era mejor.

¡Hey, Sehun! [Oh Sehun]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora