Capítulo 4: Desesperanza

5.7K 763 36
                                    

Nadie intentó ayudarla pues la ley permitía que ella se volviera un objeto de pago por el documento que había firmado su mamá. Ya no era hija de nadie, ahora era una cosa que podían vender, cuando la llevaron a la casa de cortesanas y negociaron su precio, pensó en matarse, sintió que era lo único que podía hacer, pero como si fuera la única chispa de vida que le quedaba recordó a Janeul. Debía vivir porque quería volver a verlo, aunque ya no pudiera estar a su lado, quería volver a verlo algún día, quería mantener la promesa de esperarlo.

Y fue por esa promesa que se arrodilló ante la dueña del lugar y le pidió que la dejara hacer cualquier trabajo allí, excepto ser cortesana.

-Querida – dijo la mujer levantando la barbilla de Byul para que la mirara- no pagué tan alto precio por ti para que limpiaras pisos, eres una verdadera joya. Y los hombres pagarán mucho por ti, sobre todo por ser el primero. Será todo un acontecimiento.

-No...- susurró la muchacha.

-No te preocupes, no es tan mala vida, aquí solo vienen los hombres nobles, serás educada para ser una acompañante de lujo, no te faltará nada. Se volverán locos por ti. De todas formas hubieras terminado vendiendo tu cuerpo allí afuera cuando el hambre te obligara a hacerlo.

-No...- volvió a decir ella con firmeza.

-Supongo que aún es muy reciente para ti, te recuperaras, primero debemos asegurarnos que estés en las mejores condiciones, la verdad sino supiera ver más allá no podría ver que eres una belleza con lo andrajosa que te ves ahora. Llévenla y que se dé un buen baño y se cambie de ropa – ordenó la mujer a otras dos que estaban allí.

-No...- volvió a contestar Byul y siguió arrodillada. La mujer la abofeteó con fuerza y cayó al suelo, estaba demasiado débil para oponer resistencia.

-Era una orden, no un pedido. Y si vas a pelear, al menos asegúrate de tener las fuerzas para hacerlo.- le dijo antes de abandonar la sala.

-Vamos, ven con nosotras, a este paso morirás de hambre- dijo una de las mujeres.

-Quiero irme de aquí.- dijo ella mientras sentía que las lágrimas volvían a nublarle la vista.

-¿Acaso tienes donde ir? – le preguntaron y negó con la cabeza.

-Ahora este es tu lugar, lamentablemente ya no eres dueña de ti misma-, así que hazte las cosas más fáciles y deja de luchar. Por ahora ven a limpiarte y comer, no debes preocuparte , tienes tiempo, la primera noche de una virgen aquí es algo muy codiciado, así que esperarán a que estés en buenas condiciones para poder sacar más dinero, descansa y recupérate por ahora.

"Tiempo" esa fue la palabra clave para la joven, necesitaba ganar tiempo para pensar en una forma de escapar, para salvarse, para encontrar a Janeul. Era verdad que estaba muy débil, necesitaba recuperarse un poco, porque en su estado actual ni siquiera era capaz de correr o pensar con claridad.

Se levantó y siguió a las mujeres. Se dio un largo baño y se puso la ropa que le ofrecieron, eran sencillas pero la tela era fina y se sintió extraña al sentir el suave contacto con su piel, volvió a ser un poco consciente de sí misma, como si volviera a sentir. Tras lo ocurrido había estado desconectada hasta de las sensaciones. También comer fue algo particular, el primer bocado de pollo le dio asco, su cuerpo lo rechazaba pero se obligó a comer el primer bocado y al rato devoraba la comida con verdadero hambre. De hecho una de las mujeres le quitó el plato de las manos.

-Despacio o te hará mal- le dijo y le dio un poco de agua.

Dormir fue algo más complicado, le asignaron un dormitorio donde había dos chicas más, ambas parecían ser de su misma edad. Ninguna hablaba y se acostaron en silencio, el temor y la inquietud era algo palpable. Se acostó pero seguía tensa, sobresaltada, como un animal esperando un ataque. A mitad de la noche una de las chicas se puso a llorar y otra intentaba callarla, asustada de que las castigaran si las oían. Aunque era probable que no las escucharan, se oía música, risas y voces que provenían de afuera y de los otros edificios, la noche sin dudas era un lugar muy animado allí, mientras el mundo dormía, allí estaban pleno de actividad.

La mujer del reyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora