La mujer entró a la habitación y Byul pensó que seguramente habría un giro en su vida, de niña había imaginado al futuro como días brillantes y felices, ahora sabía que era algo mucho más complicado e impredecible.
-Tienes visitas – dijo la mujer y ella se paró con firmeza, fuese lo que fuese iba a mantenerse firme.
La persona que llegó fue Janeul, o mejor dicho, el príncipe, pues iba ataviado como tal. Se mantuvo a distancia y la miró con timidez, casi con temor de ser rechazado.
-Perdóname – dijo sencillamente y titubeante abrió los brazos. Ella no dudó, corrió hacia él y se dejó abrazar.
-Estás aquí.
-Te he condenado, Byul, por mi culpa estarás confinada a este lugar, no pude salvarte.- murmuró mientras la abrazaba y ella sintió el temblor en su voz, la desesperación que lo embargaba. La joven se separó un poco y lo miró.
-Tú no mataste a mi padre, ni a mi madre, tú no tienes que ver con los usureros ni con que fuera vendida a este lugar. Tú no causaste esto- le dijo.
-Yo soy el hijo del hombre que pudiendo salvarte, eligió condenarte, y sólo porque eres importante para mí, no por algo que hayas hecho. Mientras vivas permanecerás encerrada aquí, sin siquiera poder salir afuera. O hasta que él muera. – dijo con resentimiento.
-Si me quedo aquí, ¿vendrás a verme?
-Byul...
-Eres la única persona que me queda, si tú vienes, estaré bien.
-¿No escuchaste nada de lo que acabo de decir?
-Debiste decirme quien eras antes que me enamorara de ti.- le dijo y Janeul pensó que aunque ella lo perdonara, él no podría hacerlo. Quizás si le hubiese dicho la verdad, Byul se hubiese casado con otro en lugar de esperarlo, quizás ella ahora tendría otra vida, había tantos quizás que lo hacían culpable.
-Debí hacerlo y debí alejarme.
-¿La otra opción era que muriera, verdad? – preguntó aunque sabía la respuesta, ahora entendía la gravedad de lo sucedido, una cortesana se había ido con el Príncipe Heredero. Janeul no respondió, bajó la mirada- ¿Vendrás?- insistió ella.
-Sí.- dijo él.
-Mientras viva.
-Hasta que tú no quieras verme.- dijo él.
-Quiero verte siempre- dijo ella y él la besó.
-Será mejor que me vaya ahora, volveré pronto.- dijo él y ella lo detuvo.
-Quédate conmigo esta noche- pidió sonrojándose.
-Byul...
-Si eres tú, estaré bien – trató de explicarse y él volvió a abrazarla y la besó, y la siguió besando.
Janeul tenía muchos motivos para detenerse, él más importante era que no la merecía. Y tenía muchos motivos para hacerla suya, el más importante que la amaba.
Se detuvo un instante.
-Te amo- le dijo.
-Te amo- respondió la joven y entonces él continúo besándola y acariciándola. Lentamente se quitaron la ropa, era nuevo e incómodo pues habrían necesitado mucho más tiempo para llegar a aquella intimidad, pero habían aprendido a aprovechar el momento porque no sabían lo que les traería el mañana.
-Hermosa, Byul- le susurró mientras la recostaba en la cama y terminaban de desvestirse.
-Siempre soñé con que me dijeras que era hermosa, con que me miraras.
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La mujer del rey
RomanceByul y Janeul se conocieron cuando niños y forjaron un vínculo que iba más allá de la amistad, pero él calló su verdadera identidad sin imaginar las repercusiones que tendría su silencio. Más de veinte años después, él es el rey y ella está en una...