Capítulo 18: Acorralada

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Diez años atrás, durante una de las largas ausencias de Janeul, Byul había descubierto que estaba embarazada.

Se había desmayado en el jardín y luego de socorrerla , la herboristera y la regenta le habían informado sobre su estado y también le habían ofrecido ayudarla a terminar con el embarazo ya que era muy reciente.

-Voy a tenerlo- había dicho ella sin dudarlo, un hijo con Janeul era el mayor anhelo de su corazón y había pensado que nunca sería posible, nunca había dejado de tomar los bebedizos y todas las precauciones necesarias para evitar un embarazo, pero la vida había imperado y ahora estaba gestando un bebé. Y era feliz.

-¿Estás segura? – preguntó la regenta y ella asintió. Sabía lo que significaba, su hijo estaría en peligro y ella también. El niño que estaba gestando sería un hijo ilegítimo del rey, una amenaza para los hijos legítimos, cuando llegaran, y un instrumento para los enemigos políticos de Janeul.

Nadie sería feliz con la llegada de ese niño, e incluso quizás quisieran matarlo. O a ella.

Por lo tanto , nadie debía enterarse que estaba esperándolo, ni siquiera Janeul, porque ella sabía que él lo arriesgaría todo si se enteraba. Sabía que la llevaría a palacio y se desataría una guerra, sabía que pondría en riesgo su reinado para proteger a su hijo . Ni siquiera quería que él tuviese que plantearse aquella encrucijada, ella iba a elegir por ambos.

-¿Lo sabe alguien más?- preguntó.

-No, sólo tú y nosotras dos.

-Nadie debe saberlo- musitó ella posando la mano en su vientre.

-¿Ni siquiera el rey?

-Él menos que nadie – respondió con tristeza.

-¿Qué harás?

-Necesito alejar a Janeul y marcharme a un lugar donde mi hijo pueda vivir tranquilo.

Y así había nacido su plan, amaba a Janeul más que a nada y hubiera podido seguir esperando por él siempre, pero un hijo lo cambiaba todo. Ahora debería proteger al niño , esa era su prioridad.

Y cuando el rey volvió a su lado, por un instante había deseado correr hacia él y contarle la verdad, pero no podía. Si lo hacía, todos estarían en peligro, así que había dicho las palabras elegidas cuidadosamente en los días pasados. Había pensado una y otra vez en cómo alejarlo, ella lo conocía mejor que nadie, ella conocía sus arrepentimientos. Era cruel usar ese conocimiento contra él, pero lo había hecho con total premeditación.

Lo había herido intencionalmente, le había pedido que se marchara y lo había convencido de que su amor no era suficiente. Hubiera querido gritarle que su amor era tan grande que estaba dando vida a un nuevo ser, pero no podía.

Y después de alejarlo, había sentido que su propio corazón se rompía, pero había guardado la esperanza de que alguna vez pudiera regresar a su lado. Y esperaba que él la perdonara.

Había comenzado a planear su huida reuniendo todo el dinero que podía, tenía ahorros hechos de cuadros que había vendido en los últimos años, y dinero que podía obtener vendiendo las joyas que él le había regalado mucho tiempo atrás. Necesitaba dejar el país antes que se le notara, o antes que alguien sospechara, pero había sido muy inocente al creer que sería tan fácil.

Dos encuentros habían sido determinantes.

El primero había sido el embajador a quien le había vendido la pintura, había vuelto a la casa de cortesanas y le había enviado un mensaje pidiéndole una nueva pintura, ella como necesitaba dinero , había aceptado.

La mujer del reyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora