-Byul, mi Byul... soy yo – dijo el hombre y el letargo que la envolvía se disipó. Era Janeul. No había sido capaz de notarlo o quizás estuviera soñando o quizás hubiese muerto, pero era Janeul.
-Janeul ...- susurró con miedo.
-Soy yo, Byul, perdón por llegar tarde, perdón. Estoy aquí, gracias por esperar- dijo él y la abrazó.
Sintió el calor y el aroma y supo que era real, que él estaba allí, que él había llegado a salvarla.
-Eres tú...- dijo pegada a su pecho y lo sintió acariciarle la cabeza con delicadeza.
-Byul, Byul, Byul...- repitió y la joven se largó a llorar. Lloró hasta que ya no pudo sostenerse más, pero no cayó porque él la sostenía.
-Espera un momento – le dijo y se apartó un instante, tomó una manta de la cama y la envolvió, luego la guió hacia un rincón contra la pared, se sentó en el suelo y la atrajo hacia él envolviéndola.-Has pasado por tanto, mi pequeña Byul, ahora descansa, estoy aquí, estarás segura. Nada va a pasarte, descansa, luego hablaremos y te sacaré de aquí, descansa- insistió y ella sin saber aún si era un sueño o una realidad , agotada por el miedo y por el llanto, se quedó dormida en sus brazos.
Janeul la sostuvo contra él con firmeza, la había llevado tan lejos como había podido de la cama que habían preparado, pues aún estaba asqueado pensando lo que podría haber sucedido si él no hubiese llegado a tiempo.
Los últimos dos días habían sido un infierno para él, a su regreso había intentado contactar a Byul y se había enterado de todo lo sucedido, su primer deseo había sido entrar y sacarla de allí usando el ejército real si era necesario, pero su hombre de confianza le había aconsejado que no era la manera, y era verdad pues una acción semejante lo hubiese puesto en evidencia con su padre.
Finalmente había pagado mucho dinero por pasar aquella noche con ella, de hecho había pagado lo suficiente como para que durante un tiempo nadie se le acercara, tiempo que necesitaba para sacarla de allí.
La furia aún bullía en su interior, pero ahora sólo debía pensar en la joven que tenía en sus brazos.
Una niña que había estado aterrada ante la idea de casarse con alguien que no le agradara, había sido vendida a un prostíbulo para nobles, aún no podía asimilarlo.
Cuando la había visto entrar a aquella habitación tan cambiada, pero sobre todo con la mirada vacía, sin siquiera reconocerlo, había deseado matar a cada uno de los involucrados en esa horrorosa situación, pero también él tenía culpa al haberla dejado sola. De haber estado cerca, nada de eso le hubiera sucedido, estaba tan desprotegida y él no había sido capaz de cuidarla.
Era absurdo que estuviera atado de manos, pero lo estaba, el título, que debería hacerlo uno de los hombres más poderosos, era lo que lo limitaba.
La sintió removerse inquieta y la acarició levemente para calmarla. Byul entreabrió los ojos.
-Janeul...- musitó adormilada.
-Tranquila, estoy aquí, duerme, estaré aquí cuando despiertes – le aseguró y ella volvió a cerrar los ojos.
Ella despertó apenas comenzaba amanecer, él aún la vigilaba despierto.
-Eres real – dijo incorporándose.
-Sí- dijo él.
-Yo...- trató de decir y bajó la mirada.
-Sé todo lo que pasó, Byul, así que no tienes que hablar a menos que quieras.
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La mujer del rey
RomanceByul y Janeul se conocieron cuando niños y forjaron un vínculo que iba más allá de la amistad, pero él calló su verdadera identidad sin imaginar las repercusiones que tendría su silencio. Más de veinte años después, él es el rey y ella está en una...