El día que ella debía entregar la pintura, el príncipe decidió instalarse allí.
-No es necesario –protestó Byul.
-Quiero estar aquí, contigo – dijo inocentemente.
-¡Janeul! Ambos sabemos que no es por eso, sólo voy a darle su pintura.
-Entonces no molesto estando aquí, ¿verdad?
-Sí, no necesito guardián. No soy una niña, tendré veinte años pronto.
-Tendrás veinte dentro de medio año, sin importar todo lo que haya sucedido, sigues siendo una niña ingenua y voy a quedarme, puedo quedarme aquí, en el jardín, en el árbol, pero voy a quedarme, Byul- sentenció y la joven tuvo un atisbo del príncipe que ella desconocía.
Cuando el embajador golpeó a sus puertas y ella salió a recibirlo, Janeul apareció a sus espaldas y lo invitó a entrar.
-Su Alteza...- musitó sorprendido, era obvio que no esperaba encontrarlo allí.
-Pase, por favor – dijo él haciéndole señal de que ingresara en las habitaciones. Byul sacudió la cabeza imperceptiblemente y el príncipe sonrió como un perfecto anfitrión.
-Pase, su pintura ya está terminada – dijo Byul y el hombre ingresó.
La joven le indicó que se sentara y fue a buscar la pintura mientras Janeul se acercó a servir el té.
-¿Le gustaría beber té? – invitó y hubo algo en las miradas de ambos que desmentía tanta cortesía.
-Muchas gracias, creo que jamás un príncipe me ha servido té.
-Digamos que no lo hago como príncipe, sino como el dueño de casa, es de buenos modales atender al invitado, más si mi mujer está ocupada, ¿verdad?- preguntó mientras servía el té y el otro asintió, su respuesta quedó trunca porque Byul regresó al saloncito cargando la pintura. Era obvio que también a ella le extrañaba ver a Janeul en aquel rol, pero no dijo nada.
Desplegó la pintura, era un paisaje bellísimo que abarcaba parte del bosque y un riachuelo con la ciudad a lo lejos. Había algo vibrante en aquella pintura que cautivaba.
-Es hermosa, tiene usted un gran talento- dijo el embajador.
-Gracias- dijo ella escuetamente .Luego el hombre mencionó cuanto estaba dispuesto a pagar por ella , era una suma alta.
-¿Le parece bien?
-Creo que es mucho – dijo ella.
-No lo es – dijeron a un tiempo el hombre y Janeul y eso la hizo sonreír.
- Entonces me parece un buen precio- aceptó. El embajador le pagó, prometió que volvería por otra pintura alguna vez y se despidió. La última imagen que vio fue a Byul en el umbral y a Janeul abrazándola posesivamente por la cintura.
-¿Ya estás feliz? – preguntó ella volviéndose hacia el príncipe.
-Sí, mucho. ¿Y tú? La verdad es que pagó bien por tu pintura, podrías hacerte rica a este ritmo.
-¿Debería rever el precio que te cobré a ti, Su Alteza?
-No, ya cerramos el trato.
-Espera aquí un momento- dijo ella y se retiró, volvió con un pincel cargado en pintura.-Dame el brazo – pidió.
-¿Qué haces? – preguntó él curioso pero extendió el brazo. Byul levantó la manga y escribió "propiedad de Byul"
- ¿Y esto?
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La mujer del rey
RomanceByul y Janeul se conocieron cuando niños y forjaron un vínculo que iba más allá de la amistad, pero él calló su verdadera identidad sin imaginar las repercusiones que tendría su silencio. Más de veinte años después, él es el rey y ella está en una...