Capítulo 1

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El resurgimiento del original había causado una gran conmoción entre todas las razas aliadas. Se había establecido con su jinete rojo entre los territorios dominados por los monjes, en el continente asiático y éstos habían recrudecido su avance sobre otros territorios. Habían hecho llegar emisarios a todos los puntos del planeta: aquellos que se uniesen al original sobrevivirían, le adorarían cómo una deidad y podrían seguir viviendo bajo el mandato de los monjes. Los que se negasen a acatar el nuevo dominio serían exterminados y sus cuerpos servirían de alimento para las hordas de los monjes durmientes.

El rey dragón se levantó de su trono y bajó los tres escalones que le separaban del emisario del original que tenía delante, con su rostro impasible se puso enfrente del monje que, orgulloso por llevar el mensaje de su 'padre', aguardaba la respuesta del dragón. Solo fue un instante, la mano del dragón se hundió profundamente en las entrañas del monje que le miró sorprendido por su reacción, el dragón aplastó su corazón con su puño y el monje murió en el acto sin apenas entender lo que había ocurrido. El cuerpo cayó desmadejado tiñendo el suelo de la sangre púrpura del reptil.

- Esa es mi respuesta para el original – respondió igual de impasible Arco, rey de los dragones. – Matad a cualquier monje que ose pisar mi reino. – Dijo tras volverse a sus consejeros, todos asintieron aprobando la acción de su rey.

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John S. Jefferson había sido Presidente de los Estados Unidos de América los últimos seis años, en ese tiempo había envejecido como si hubiesen pasado veinte años. Había llegado al cargo tras la muerte por un infarto del anterior presidente, su partido le había rogado que se presentase a las elecciones nuevamente y nunca se había arrepentido más de esa decisión. El ser que tenía delante le pedía que se sometiese a aquellos que durante años habían atacado su país y mermado a su población.

- ¿Señor Presidente? – le preguntó el general Morris.

- Matad a esa cosa inmunda – se oyó un disparo proveniente de un joven capitán y el monje cayó muerto delante de él. – Comunicadme con el rey dragón, veamos cuáles serán nuestros siguientes pasos.

- Señor... con el debido respeto – dijo uno de sus asesores – no deberíamos descartar tan pronto hacer algún tipo de tratado con...

- ¿Con la raza que lleva intentando exterminarnos los últimos 30 años? – se volvió furioso a su asesor.

- La tiene, señor... Ella... ella está con ese ser, ¡todos lo hemos visto!, le llamó... amo. – volvió a decir el asesor.

- Comunicadme con el rey dragón – Jefferson se dio la vuelta y se dirigió hacia el Despacho Oval.

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Yibrael caminó por los oscuros pasillos de la fortaleza hasta el gran salón, allí, sentado en un trono de piedra negra, el original miraba cómo unos despojos humanos eran devorados por los monjes. El suelo estaba lleno de sangre y desperdicios y Yibrael caminó con cuidado para no tocar demasiado aquellas vísceras con sus blancas alas.

- Han sido muy pocos los países que han contestado a nuestro reclamo de forma afirmativa, Padre – dijo tras hacerle una profunda reverencia.

- La influencia del rey dragón todavía es grande, dejemos que pase algo más de tiempo y se unirán a nosotros. ¿El avance sobre Australia sigue siendo efectivo?

- Sí, Padre, nuestros ejércitos han salido del mar y avanzan sobre el continente en estos momentos. Aunque su avance es lento y caótico.

- Necesito generales para nuestros ejércitos... hay demasiada finura entre mis filas. – dirigiendo una significativa al ángel.

Trilogía Jinete de Dragón: El Ocaso del Jinete (III)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora