Capítulo 39

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DORC

Abrí los ojos lentamente, me pesaban los párpados. Lo primero que vi fue el cabello, de color miel de la reina, esparcido por mi cama. Estaba sentada en una butaca y apoyaba su cabeza a los pies de mi cama, estaba durmiendo la pobre vestida todavía con sus ropas humanas y se la veía cansada. En un sofá roncando suavemente estaban sus segundos, mis jinetes velaban mi sueño con los suyos, me sentí afortunado de llamarme maestro de aquellos increíbles jóvenes. Toqué un mechón del pelo de Senda, como siempre me pareció igual de suave que tocar miel líquida, su hermoso rostro se alzó y me miró por un momento sin comprender.

- ¡¡¡Maestro!!! ¡¡¡habéis despertado!!! - se echó sobre mi pecho llorando con emoción. Los dos chicos se despertaron al escuchar las palabras del jinete real y también se echaron encima de mí.

- ¡¡Maestro!!! ¡¡estáis vivo!!! - Príus lloraba de alegría y el joven Tarnan no dejaba de darme golpes en el hombro.

- ¡Basta mis jinetes! Contened vuestro entusiasmo - les gruñí. - ¿dónde está mi dragón? - no había acabado de pronunciar la frase cuando la puerta de la habitación se abrió y Peri entró ayudado por Draco. Traté de levantarme y Pericarion me abrazó emocionado ocupando el sitio de la reina que se había levantado.

- Dorc, mi jinete, temí por ti, temí lo peor - le abracé con toda la fuerza que pude.

- Peri... te vi caer, dragón, te vi caer - dije emocionado y le besé fuertemente en la mejilla.

- Venid jinetes, debemos darles intimidad - dijo Draco y sacó de allí a los chicos quedándome a solas con mi dragón.

-.-

Habíamos pasado lo que quedaba de la noche a los pies de la cama del Maestro de Jinetes, no habíamos querido separarnos de él hasta que no estuviese restablecido. Pericarion había tenido suerte al caer entre unas piedras, los monjes zombies no le habían visto y no le habían matado. Slar le encontró y le trajo al campamento donde se reunió con Dorc.

- Buen trabajo, jinetes. Habéis cumplido una difícil misión - nos dijo Draco y los tres nos miramos orgullosos. - El rey está viniendo para acá, podréis informar al consejo y a él sobre la información que habéis recuperado - miré hacia el suelo... ¡vaya! Ese es otro tema del que me tengo que preocupar ahora.

- ¿Cuándo llegará el rey, Draco? - pregunté.

- Mañana a primera hora estará aquí - mañana... tenía tiempo entonces... - Id a cambiaros y poneros vuestros ropajes negros. - Nos dijo con amabilidad.

Salimos del barracón que hacía las veces de hospital, Tarnan puso un brazo encima de mis hombros y me acercó a él para depositar un ruidoso beso en mi cara.

- Lo conseguimos, jefa. Por un momento temí que no lo lograríamos.

- ¡Invencibles juntos! - Príus me puso otro brazo en los hombros y rodeé con los míos sus cinturas.

- Siempre que estemos juntos lograremos todo lo que nos propongamos. - dijo mi amigo.

- ¡Claro que Si! Pero Sends... procura que estemos una temporada sin misiones suicidas, ¿vale? - dijo Tarnan. Me desembaracé de él para pegarle un golpe en las costillas.

- Serás idiota... - pero me reí.

- ¿Vas a contarnos qué te pasa con el rey? - Príus me miró con intensidad.

- No... no me apetece mucho, chicos. No... no os lo toméis a mal, pero no quiero hablar de ello.

- Bueno, de acuerdo - dijo Tarnan - Vamos a celebrar nuestro éxito esta noche, ¿juerga?

Trilogía Jinete de Dragón: El Ocaso del Jinete (III)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora